Mereces Coincidir

Mereces que te quiera bien bonito,

que te mire como si fueras magia,

que no quite los ojos de encima,

que haga de tus lunares constelaciones,

que te cuente las arrugas y las canas,

que se encuentre en las líneas de tus manos,

que, con solo mirarte a los ojos,

sienta que lo que había soñado, lo encuentra en tus pupilas,

que le gustes brillando o a oscuras,

con ropa o sin ella.

Mereces que hable de ti como si hubieran descubierto una nueva maravilla,

una nueva estrella en la galaxia

o un asteroide que se aproxima a la tierra,

que dé gracias al cielo por encontrarte,

que te cuide y te presuma como si el destino del mundo dependiera de ti.

Mereces un valiente que sienta ser tu escudero,

que tome tú mano y no te suelte,

que te quiera sin pretextos, sin excusas, sin miedos,

que le sobre el cariño, los besos, las ganas, las canciones, el tiempo y los poemas.

Mereces que sea un privilegio estar contigo,

que despierte un estallido tu sonrisa,

que le palpite el corazón más fuerte cuando te abrace,

que la opción de perderte lo desvele,

que quiera realmente conocerte y no le alcancen las horas del día para hacerlo,

que te aprecie como un libro con miles de páginas escritas,

que se emocione por leerte

y que muera por hacer parte de las páginas que aún no escribes.

Mereces que sienta que florece contigo,

y que puedas sentir locura,

revoloteo en tu panza,

sangre intensa en tus arterías,

que vueles cerrando los ojos, dando un beso

y dejes el corazón a mil… cuando coincides.

Quién Fuera

“Quien fuera”, Silvio Rodríguez Domínguez, 1992, en memoria de muchos, de pisadas con huella y caminantes colmados de recuerdos. 

Busco las palabras precisas, para esos ojos perfectos, para esa melodiosa sonrisa que me hace bailar entre suspiros, para ese corazón en fuga que ilumina todo, que hace que colibríes vuelen libres dentro del pecho, ayúdame a seguir la corriente del viento, colmarme de tu calma y tu locura, palpar el umbral de tu misterio, ser el que tome tu mano y convertir ese instante en paraíso.

Te amo

Sencillamente te amo,

eres lo bonito de mi vida,

mí ser respira con tu aliento,

mí espíritu se ilumina cuando siente tu calor,

mi alma resplandece con tus latidos.

Por favor, no me abandones

y cuando digo abandono no me refiero a tu cuerpo,

tus abrazos o tus besos,

no me refiero a tus ojos que son refugio y bienvenida,

ni tu propia desnudez que hace sentir el paraíso,

o tus manos que son complemento, fuerza y energía,

o tus palabras, tus mensajes, ni siquiera tus llamadas,

o tu sexo, tu lujuria, tus ganas de todo,

en fin, no es tu físico, ni lo físico del mundo,

cuando te exclamo que no me abandones

me refiero única y exclusivamente a no renunciar

a esos pensamientos fugaces

que se escapan de tu corazón, revolotean el estómago,

llegan a tus pensamientos y me evocan.

Me refiero a que, sin estar cerca, a miles de kilómetros

o al otro lado de la calle me sientas fundiéndome en ti.

Si sigo y permanezco allí, en esos intangibles,

que no se profesan, no se perciben, no se palpan,

pero si te colman…

me sentirás, te sentiré y estaremos tan cerquita

que tendremos un respiro compartido,

un palpitar compartido, un pulso al unísono

un amor corriendo en las arterias,

de esos que trasciende los límites de la vida misma,

derrocharemos alegría de esa magia que nos ata

no importará los días ni las horas si nos elegimos siempre

si seguimos increíbles como siempre

si dejamos que el amor nos inunde y

mantenga ese brillo del alma

ese milagro bonito que solo brota

cuando se ama.

Sin intermediarios

Y es que de verdad quiero un amor sin intermediarios,

de esos fuertes que sobreviven a las tardes frías,

a las tormentas, a los días grises y con problemas,

de los de verdad,

que se dan uno a otro sin intermediarios,

un amor que no se quede con las ganas de vivir, de transpirar,

de sentir cada aliento cerca al otro,

uno de esos que me elija cada mañana

a pesar del millón de ojos que se le crucen enfrente.

Quiero un amor con asombro y descubrimiento,

que se deje invadir de carcajadas que haga doler la panza

uno con besos protoplasmáticos que seducen las neuronas. 

Quiero uno de esos amores sin intermediarios y sin prisa,

con pasos firmes, con cautela y con antojo. 

Quiero quererle hasta el suspiro de montaña,

disfrutar su manera de ver el mundo, sus errores, aciertos, la tibieza de su alma

Quiero quererla sin intermediarios,

con su sonrisa entre comillas,

con el brillo de sus ojos que conecta,

con complicidad y coincidencia.

Quiero un amor de esos que son valientes y atrevidos,

de corazón puro, deseos lujuriosos, sin nadie que intermedie.

Quiero uno de esos amores adictos a la felicidad,

de los que hacen florecer junto al otro el amor propio,

saborear sus labios, quedarse en su mirada, abrazar lindo,

disfrutar las pequeñas cosas,

respirar profundamente,

hablarle desde cualquier esquina del mundo,

un amor que disminuya los kilómetros que nos abrazan,

quiero un amor sin pretextos,

que se quite las ganas con las mías,

a mil pulsaciones por minuto

que arda desde los huesos hasta las sábanas… sin intermediarios.

Tus Ojos

Julio Flórez Roa (ChiquinquiráBoyacáColombia22 de mayo de 1867UsiacuríAtlántico7 de febrero de 1923) fue un poeta colombiano, nunca finalizó una formación académica universitaria.  Hijo de padre político, representa al país en España, regresa a Colombia y en el atlántico se enamora y construye una vida de campesino llena de poemas románticos del siglo XX. ​

Una noche de deriva de hace tantos calendarios,

logró que la bohemia se deslizara suelta entre cigarros,

los poemas hechos música en declamación,

la sangre tan liberal como la esencia,

la libertad de las ideas, la vida en revolución,

en tus memorias infantiles Victor Hugo jugando entre la prosa,

una casa en primavera, de atardeceres cundiboyacenses, de poetas,

y la combinación alérgica y peligrosa de la política,

la disputa que provoca, la guerra civil en boca,

la ausencia, el corazón mordido en besos,

desde las horas hasta la fronda lírica,

el destierro y el regreso,

en España, encima de un escenario, se le dio la alternativa,

en círculos intelectuales, la gente le escuchaba en gavilla,  

como ese beso al mar que se levantaba al cielo

y los silencios como un grito,

como el silbar de las hojas,

de sus manos, los poemas encarnaron infinitos.

Sus escritos llenos de amor que estremecen los poros de la existencia

y circunda el vacío desvalido,

como una alba luna, como el cantar de los ojos,

como una protesta de grutas simbólicas, de charlas de amigos,

de historias de barrio, que contaminan la lucha y el hastío,

el romanticismo magnifíca el alma del que adora sin medida,

con afecto como ninguno, como el último beso de despedida.

Los antojos sublimes se entrelazan como volcán en Usiacurí,

se robustecen las pasiones, la bonanza, las ilusiones,

las flores negras, las aventuras de apegos que existen,

como agua entre las manos se diluyo el amor,

le falto la intensidad de los huracanes, las cumbres y las tormentas,

llegó la enfermedad, el rumor de las arterías, el cáncer,

las aguas termales, los ríos subterráneos,

la perdida de conciencia entre la vida y la muerte,

la tragedia, las grietas, los desdenes, los desvíos, las miradas frías,

los días colmados de sufrimientos, soledades, neblinas, ausencias y golondrinas.

La inspiración se desborda en la naturaleza,

la brisa, el sonido de las olas, el manto de la noche, las huellas,

el temblor de las estrellas como el hilo de la muda conciencia,

con la brisa del mar, el ímpetu de la serranía,

y hasta en la estepa se sienten titanes sus poemas.

Sigues siendo Florez, la evocación de la muerte,

de lo intenso, lo sentido, los orgasmos, los amores plenos,

las cosas que parecen rosas y azucenas,

los ojos como los andes, lejanos, noblemente tristes,

con párpados pesados,

labios sedientos bajo un bigote de Don Juan,

la tajante nariz y un rostro atezado.

Solo queda Bécquer mirando al peregrino con los ojos fijos

en el templo de un recital muy colombiano

y la corona de poeta nacional a un Boyacense

volando hasta Dios como la nieve.

Bailar la Vida

En la vida hay que aprender mil bailes…

algunos que te mueven y liberan,

otros que atan a la tierra y pueden ser eternos,

hay danzas que te despegan,

te ponen a volar tras tus sueños,

hay bailes que combinan destreza y equilibrio para no caer al suelo,

bailes de salón, de calle, de concierto,

competitivos, folklóricos, ceremoniales, solitarios,

en pareja, juntos, unidos o sueltos.

Hay bailes sublimes en los que aprendiendo resbalas muchas veces,

pero valen la pena cuando el cuerpo sin saberlo se eleva del piso con ellos,

hay los que requieren de un ritmo,

otros que te hacen versátil y listo a nuevos retos,

bailes lentos, silenciosos y otros bullangueros,

de bastante movimiento, de música armoniosa, patriótica,

fúnebre, sentida, elevada, majestuosa, que toca las fibras y el deseo.

La vida se lleva como un baile al que puedes imprimir el frenesí y

danzar con la cadencia que te pone el tiempo,

no siempre se puede ser ágil, flexible, coordinado,

pero cada instante es oportuno atesorar, disfrutar y hacerlo eterno,

acompañarlo de banquetes, compañeros de baile

o instantes de soledad y silencio,

para bailar la vida hay que saber trenzar el cuerpo,

mover caderas, brazos, piernas, manos y el cerebro,

dejar latir el pecho, inflamar el espíritu y

continuar la danza al son que lleva el viento.

Indulgencia necesaria

Usted y yo,
seres de carne y hueso,
tan normales, tan extraños,
tan comunes,
tan humanos, tan lejanos…
 
Usted señora que me confirma que no son sus ojos,
ni su sonrisa,
ni esa alma tan bonita que mira a esta orilla,
ni su entrega sin importar las consecuencias,
ni su pelo libre, ni siquiera son sus manos,
ni sus letras, ni los poros de su piel,
ni la música cautelosa que brindas,
ni la voz del otro lado…
usted señora que es todo en conjunto.
 
Yo…
tan mortal,
lleno de minutos con prisa,
con firmeza en los abrazos,
sintiendo los días como regalo,
con trazos de colores robándole a la vida,
con caricias llenas de sabores,
con memoria de mil caminos,
con besos distantes, fríos, nublados,
buscando una tibieza de corazón.
 
Juntos con una perspectiva distorsionada,
binaria, única,
disfrutando de la felicidad cada vez que esté cerca,
sin pretextos,
mirándonos con ojos de no he hecho nada,
sintiendo el cielo en emociones compartidas,
desvistiéndonos los demonios que llevamos dentro,
con deseos de besar como si no existiera mañana,
con sensibilidad del alma bajo las sabanas,
buscando la inmensurable pasión que nunca acaba,
con aliento compartido en pulsaciones por segundo
y el punto exacto.

Usted señora y yo, con tanta locura, que lo único que nos resta es pedir: la indulgencia necesaria.

Canción de Invierno

Canción de Invierno, Silvio Rodriguez Domínguez, 1984, una canción sublime de tonadas sentidas, palabras precisas, frases cortas, contundentes y resonantes con una melodía alegre.

Es día de frío y llegando a casa quisiera despacio encender tus sentidos, tomar el fin de tarde para contar tus lunares, sentir tu latido, dibujar el contorno de tu rostro con mis labios, sucumbirnos al milagro de amarnos, encontrarnos completamente, dejar que nuestros pensamientos despeguen solos en libre albedrío de placer y éxtasis, de ternura y fuerza hasta que el cuerpo involuntariamente y sin control tiemble y olvide el mundo sin importar mentirse para ser feliz y dejando que el deseo se meta en el lecho.

Miras desde adentro

Mirada 1 (3)

Miras desde adentro, fluyes como fuego a quien observas,

me envuelves en un precipicio de muecas sordas y fugaces que me elevan.

Miras desde adentro y el tiempo lo detienes,

los hilos de tu cielo, tu aroma, las caricias que escribes con te amo sin final.

Miras desde adentro y desatas un destello de contorsiones,

de humedades, de besos sin comienzo,

ojos que se beben como eso que por sí mismo no se cuenta.

Miras desde adentro, la naturaleza de tus ojos tiene rasgos de un  lugar por mi conocido,

lo posible es más amplio de lo que pensamos,

esencia que construye una nueva realidad que conmigo compartes.

Miras desde adentro, proyectas una imagen interior fuera del cuerpo,

haces que brote la vida con tus viajes de mirada y me regales lugares de anhelo y de misterio.

Miras desde adentro, la luz brota de tu piel,

oleaje enloquecido, olor a mar, bahía de mañana, tiempo infinito,

ojos tuyos en mis ojos, ojos míos en tus ojos.

Miras desde adentro, se exalta el tacto de mis dedos,

no te toco,

mi boca siente tu respiración,

en mi pecho se siente el bombeo de sangre de tu pecho.

Miras desde dentro, se extiende suavemente el calor por todo el cuerpo,

síntesis convulsiva de placeres posibles, silencios tras tu piel que casi estallan.

Miras desde adentro, te observo también pero con calma para no entrar en el delirio,

por primera vez mis ojos se hunden en tus ojos y estoy en ti,

en tu latido, en tu mundo inaccesible, tacto a tacto desde adentro.

Miras desde adentro,  rozas con tu vista mis instintos,

quiero aprender a mirar como tu miras,

quiero enseñarte a amar como te amo.

Fisiología del Amor

corazon-enamorado

La hipófisis responde por medio de las hormonas,

te toca la piel sin rozarte,

llega a tu cerebro e invade todos los espacios frágiles,

te hace revolotear mariposas en el estómago,

obliga a tu boca a sostener una sonrisa permanente;

esa misma que hace que el músculo de las mejillas

se contraiga involuntariamente hasta que duela,

hace que tus manos suden y tu corazón se acelere,

se prolonguen los días con alegrías,

aumente la capacidad muscular

y tus movimientos se vuelvan torpes,

permite que sientas la caricia de un alma cerquita,

te hace sentir valiente en instantes de cobardía,

sientes reacciones químicas donde el dolor se vuelve placer,

incrementa tu autoestima, las mejillas se enrojecen,

eres el escudero de la vida.

Hace que la imagen del otro se mantenga como tatuaje en tu memoria;

bioquímica perfecta de adrenalina, dopamina y serotonina.

Se llena de oxígeno el torrente sanguíneo,

los labios se resecan, se tornan más rojos.

Cada segundo pierdes el puente lógico entre lo racional y lo que no lo es.

El hipotálamo es el celestino oculto que conecta las sublimes sensaciones.

La feniletilamina confirma que estás enamorado,

te sientes atraído por la vida

y la lujuria se santifica en el sentimiento más puro,

el erotismo es la excusa perfecta para saberse nuevamente vivo

de caminar entre nubes con ese amor involuntario

que simplemente llega en euforia romántica y te llena de tontera,

los días se tornan de un color rosa,

el tallo encefálico se desempeña en su máximo esplendor.

El amor hace sentir un poco de Dios entre las manos

y un aroma a flor de los encuentros en plena luz de luna.

Besos

Gabriela Mistral, seudónimo de Lucila de María del Perpetuo Socorro Godoy Alcayaga (Vicuña, Región de Coquimbo, 7 de abril de 1889Nueva York, 10 de enero de 1957), fue una poetisa, diplomática, feminista y pedagoga chilena. Primera latinoamericana premiada con el Nobel en 1945.  Despierta la pasión poética por algunos versos de su padre y la transmite a través de la pedagogía de docente de secundaria.  Desde 1914 utiliza el seudónimo de Gabriela Mistral  en casi todos sus escritos, en homenaje a dos de sus poetas favoritos, el italiano Gabriele D’Annunzio y el francés Frédéric Mistral.

Besos sueltos, libres, del ensueño. Besos impregnados en mis labios con huellas de tus labios muy sinceros, besos antiguos, besos nuevos, besos errantes, besos del olvido, besos del adiós, besos de este amor tan desbordado, besos tuyos, besos míos, besos inventados y encontrados, besos tiernos, besos de flor de los encuentros, besos inquietantes que hace que vibre nuestro cuerpo. Besos de tus labios a los míos, besos del alma inventados por mí para tu boca.

Léeme

Leer.1

Quiero que me leas, abiertamente, libremente

sinceramente, lentamente,

léeme completo, léeme como se leen los mejores textos,

con mente abierta, sin prejuicios ni pretextos,

sin sombras, sin máscaras,

léeme con un café de tarde o un vino caliente,

léeme en mis páginas blancas y oscuras,

léeme sin anticipos,

atentamente de comienzo a fin, léeme todo.

Sumérgete entre mis líneas,

mis versos, mi trova y mi prosa,

léeme como primer libro de madrugada

y como cuento nocturno que da abrigo,

léeme con querer limpio, transparente, puro,

léeme suave, despacio, con ganas,

léeme sin reservas, sin comparaciones.

Léeme con alma humilde, con sabor a montaña,

léeme con espíritu sincero,

léeme con el alma,

invádeme en estas letras que sabes que te aman.

 

Confesiones de Media Noche

Young couple kissing, Santorini, Cyclades, Greece

Para cruzar el límite formal,

vengo con el insomnio de enviarte palabras subversivas hasta tu orilla,

seguro estoy de las ganas compartidas de sabernos vivos.

De escucharnos a través del puente de palabras

que se filtran fácilmente por los poros

desalojando del alma los orgullos.

Bendita seas por el infinito hechizo inquebrantable que plantaste en mí.

Qué cuánto dura enamorarse?

No sé que responder porque aún lo estoy,

sin jueces, sin testigos, sin augurios, sin tiempo ni remordimiento.

Para que nada se interponga,

para que este instante sea sublime,

para entregar la verdad en confesión,

voy a decirte lo que desde mi orilla grito antes que este sol se apague.

Amo tu nobleza, tus ganas de emprender de nuevo,

esas palabras formales de entusiasmo

que en el fondo derraman lágrimas de soledad.

Amo tu humildad,

tu pasión al actuar,

tu belleza de muchos años inventando emblemas de besos y de adioses.

Amo la sensación de quererte bonitamente,

una y otra vez,

a pesar de las veces que te vayas o te quedes.

Esta temporada de no vernos deja saber que la nostalgia existe,

aun así las palabras que te envío

se devuelven como reflejo de lo que también sientes.

Me buscas,

me encuentras,

te busco

y el amor te transfigura.

La felicidad plena no siempre es fácil encontrarla,

tal vez es solo una malformación que se debe esculpir como el barro,

se disfruta más el camino que la meta

y en ese percance hay una frontera de palabras no dichas,

de silencios que se vuelven acantilados.

Cada porvenir puede ser otro,

aunque el destino atardezca,

y existan bonazas de sol y de aguaceros

que felicidad es cumplir esa promesa de compartir juntos el crepúsculo de vida,

que llegues a mi fragata,

te quedes para siempre mi damisela de flor de los encuentros,

mi niña luna,

mi confesión de media noche.

Ojos Color Sol

“Ojos Color Sol” Silvio Rodriguez y Calle 13, año 2014 otra poesía, en otro ritmo, el mismo sentimiento que llena el espíritu, colaboración del álbum Multi Viral.

Hoy amo más el canto de los pájaros cuando se hace aire entre mis manos, hoy amo tu vientre infinito, tus labios que me hacen temblar, hoy amo esos ojos que el cielo me dan, gracias a ti, a tu belleza, a esa sonrisa que en tu cara se despeja, hoy amo tu dulzura, tu armonía, amo tus ojos abiertos regalándome momentos de alegría, de caricias, naranjas dulces, flores de deseo, hoy amo tus ojos que son color de sol y de cielo.

Tenerte y No

Young Woman and Man Kissing

De pronto siento que a ratos,

el corazón se dispara sin suficientes motivos,

de pronto me hace falta saberme vivo

y dejar que se fuguen los suspiros,

de pronto y solo de pronto te atraviesas en mis pensamientos

eres esa ráfaga de cielo que traspasa el sentimiento.

De pronto tu sonrisa pícara, sincera, escueta, jovial, espontánea,

desea impregnarse lánguida en mi memoria inquieta.

Que ganas de tenerte y no,

que ganas de estar presente y no,

que ganas de sentir y no,

que sueño transverso, pensamiento izquierdo,

que revoloteo insensato,

que locura psicótica de este sentimiento bipolar que tu generas.

Complejo entender cuando me embriagas,

cuando la embriaguez deja rastros de sabor amargo y sabor dulce,

elixir más intenso que cualquier otro,

embriaguez que me posee y me sumerge en las ganas de tenerte y no.

Amor en Contracorriente

Imagen

Hace más de una década de primaveras, tu beso se pozo en mi mano,

acabó los fantasmas, me hizo inmortal y engrandeció mi espíritu

se volvió una lámpara de aceite inagotable.

Quizás éste amor sin nombre,

es el verdugo de lo que inspiras,

transpiras y transmites hoy hasta ésta orilla.

Eres ese carcelero que encierra el sentimiento, arrugas el corazón,

aprisionas lo más humano de mí mismo,

Acaso el amor es atadura que te amarra a una columna,

a un buque encallado en la arena por los años? 

Que impide ver la magia del mundo,

saborear la tarde inolvidable en un segundo,

saber de la riqueza en lo sencillo, en lo profundo. 

Oh amor distante, cuántas veces arrebate tu libertad

y te tuve prisionero de mis pasiones, ambiciones,

de ese sueño compartido, que al final fue solo mío. 

Amor que deseas volar y  corto tus alas,

amor que no dejo que salgas,

amor que te atragantas en mi garganta,

que no te permites porque no debo,

amor que te ocultas tras las pupilas.

Oh amor sublime, furtivo entre las letras, las miradas,

el deseo de ser posible, de ser prohibido.

Oh amor bendito que me inspiras en las mañanas

pero que en la tarde la timidez arrebata

el riesgo de sentirte, de soñarte,

de hablarte tan cerca con voz entrecortada,

Oh amor, cuán difícil es controlar ese cosquilleo de las entrañanas,

cuando esa mirada tuya se entrecruza con la mía,

y se saben, y se desean, y se hablan,

pero no se tocan ni con el pétalo de las ganas,

Oh Amor, que te llegue mi suspiro,

que escapo tras un recuerdo tuyo, que también fue mío

que te llegue en Primavera

y que llegando lo sientas, como flor de los encuentros renovada.

Delmira Agustini, nace en Uruguay en 1886, muere a los 27 años, escribe desde los 10 años, es letrada en francés, música y pintura. Vive una dualidad conflictiva, entre sus sentires y lo que la sociedad del momento esperaba de ella. Pertenció a la generación 900, Delmira rompe lo tradicional, deja de ver el amor con total afecto; cambia el lenguaje y las convenciones de la mujer de comienzos de siglo y abre la nueva retorica de la sexualidad, en su escritura se siente el deseo del erotismo deborandose a si mismo.

En el silencio, desde lejos, siento como tu ausencia me roba el alma. Ésta ausencia de ti, hace que te extrañe; cuando amanece y cuando la luna aparece, te extraño en las tardes, en mi trabajo, te extraño cuando camino, cuando leo un libro y hasta cuando respiro; cuando estas lejos de mi, solo me ata la felicidad de saber que estoy en tu recuerdo, que tu cielo es mi cielo y que cuando éste contigo, la única restricción serán las ganas de vivir.

Desde Lejos

Dime Oxímoron

Dime dónde no estas,

en qué lugar dejo de verte,

en qué parte de mi dermis no te viertes,

dulce amargura, fuego escondido,

dime cómo sigues enviando cosquilleos subversivos a mis entrañas,

este hoy de siempre todavía,

dime cómo me calientas con ese amor de lenguaje sin palabras,

que bello es abrir los ojos día a día y ver que tu cara alumbra en las almohadas,

como herida que duele y no se siente,

así en un atronador silencio esta semilla de amor germina día a día.

Dime dónde puedo vivir sin que te sienta,

dónde no puedo verte,

cómo huir de ese exquisito veneno de tus besos,

cómo actuar con naturalidad ante tus sueños,

mi costilla perfecta,

dime cómo salvarme de éste amor de vista ciega,

de éste desastre menor de sentir que me faltas, que te tengo y no,

que mi soledad se llena de susurros, de intimidades compartidas,

de este sentir de abrazos llenos.

Dime dónde no estas,

dónde te puedo hallar perdida,

dónde cometer el delito de acercarme tanto sin codiciar tu cuerpo,

dime cómo intempestivamente te hago sentir esto que siento,

cómo esperar lo inesperado,

que me mires, me sientas, me salves

y en ese desacuerdo unánime

ates por siempre tu alma a la mía.

Cómo no Amarte

Cómo no amarte si por ti escapo de mi soledad,

si por ti aprendí a huir de mis defectos,

aprendí a dejar de estar ausente,

Cómo no soñarte, si en mis sueños me busco cerca de ti,

me pierdo en los recuerdos,

en los pensamientos que deja esta sinfonía de sentidos cuando amamos. 

Por encontrarte se me va la vida confundiéndote

con todas las cosas que me llevan a ti,

los aromas, el matiz de la primavera, estas sábanas que te sienten,

ese sabor a dulce, a luna que conoces y te encanta,

que bonito es saber que mis ojos solo pueden mirar hacia ti,

y que todo el mundo que me rodea tiene algo tuyo,

Cómo no amar tus besos infinitos,

qué no haría por escapar de todo,

tenerte cerca y dejar que esto que siento se funda en ti,

cómo no irme en tus pupilas,

llegar hasta tu alma y confirmar que Dios me sonríe a través tuyo.

Cómo no amarte si mis silencios contigo se volvieron solo eco,

como no soñarte, tocarte, saborearte, escucharte, olerte, sentirte, 

besarte tantas veces,

cómo no desearte

si sabes que el amor es tan corto cuando somos viajeros de esta vida,

Cómo no encontrarte si para vivir totalmente feliz te necesito,

mi despertar necesita de tu aliento,

mi respiración necesita del aire que me brindas,

mi propia vida y mis más sublime esencia te busca

para que no le faltes nunca.

De la Ausencia y de Ti

De la Ausencia y te ti Velia, Silvio Rodriguez Domínguez de nuevo en una creativa poesía de 1969, acompañada del guitarrista ausente, sobrio y totalmente entregado a lo que ama.

Ahora solo me queda buscarme de amante la respiración, olvidar que me hechizas, me envuelves, me enamoras, me transformas, me alejas de la tristeza.  Despertar entre ausencias sentimientos lejanos, envolverte en mis memorias, hacerte saber sin las palabras ese algo mío que tu eres, ese color sepia que colocas a lo que tocas, ese amor profano que transpiro cuando no estas.

Déjame conquistarte poco a poco

Déjame que te conquiste poco a poco,

poro a poro,

lentamente conquistarte toda,

tu lenguaje y el mío son el mismo,

mí gramática se queda en la tuya,

mis acentos se desbocan con ansías en tus deseos.

Déjame conquistarte bonitamente,

palpitándote entre letras,

quebrándome entre las ganas de mirarte,

déjame conquistarte pausadamente,

estremeciendo tu alma,

déjame perderme y encontrarme,

entregarme, beberte, pensarte, déjame conquistarte,

cubrirte entre mi piel,

vuélveme un ropaje de palabras,

déjame conquistarte dulcemente,

llegar a ese espacio de tu corazón que es sagrado,

deja la puerta abierta y conviérteme en un vivir permanente,

en un misterio de amor limpio y transparente,

déjame conquistarte, así, suavemente,

llenarte de notas alegres los días que nos quedan,

ser la página que relees cuando sueñas,

déjame saber llegar a ti,

…pero despacio.

Me Gustas

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Me gustan tus caricias y tu pelo,

tus manos de trabajo,

la forma pícara con la que a veces me miras,

tus labios en mi piel,

me gustan tus horas cuando son mías,

los parques, las calles, los días de sombrilla,

los helados y tu mano deslizándose con temor por la mía,

me gustan las noches que son como primera vez de reencuentro en tus ojos,

me gustan esos lugares que siempre nos esperan,

los lugares de fantasmas y de ángeles,

me gusta la llegada de la brisa, tu risa contagiosa,

esa vos que alimenta y da consuelo,

me gusta el perfume indiscreto de luna que acostumbra tu cuello,

me gustan los días que nacen de mí para tus deseos,

el olor que desprendes en tu paso,

me gusta cuando vives, cuando sientes, cuando respiras,

cuando te alegras, cuando imaginas.

Me gustan los momentos de ojos cerrados,

de susurros transparentes,

de complicidad compartida, de confesiones inexplicables,

me gusta tu universo,

el latir de la tierra que te siente,

el olor de madera que te busca.

Me gusta solo que exitas,

pero que bueno, me gustas más,

cuando me dejas mirar tu alma y estoy tan cerca

que sin quererlo me encuentro en vos y soy feliz.

Feliz de estar en vos y de saber que sos también feliz al estar conmigo.

Nocturno

José Asunción Silva, nace en 1865 en Bogotá (Colombia), de formación autodidacta, escribe su primer poema a los 10 años, con una escasa y casi oculta obra, Silva arranca con un romanticismo de tono de Becquer para terminar presagiando el Modernismo. Silva un escritor clásico latinoamericano que revela en su obra el alcance del sentimiento humano.

Una noche, infinita, profunda, de pálida piel desgarrada, mudos, alojados en un beso, exhalando la pretensión de tenernos, de sabernos juntos siempre, de inventar ese otro espacio de ansías y nostalgias, juntos una noche, con deseos de otra noche y otra… y otra.

Nunca

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Nunca digas nunca,

nunca digas siempre,

nunca digas todos,

nunca digas nadie,

mírame, llega a mí,

conecta tu sabor con mis labios,

descifra esta voz, regálame una tarde,

extráeme esta chispa, enlaza tus ojos con los míos,

respóndeme una vez la razón de lo que no ha llegado a ser,

asómate en el espacio en el que dejo de crear este mundo de dos,

vuelve realidad eso que se sale de ti y que yo recibo con ironía,

vuelve este encuentro de nunca

un campo inundado de roces y de piel,

dejémonos de extrañar,

rompamos el círculo del fuego,

no traguemos más el “¡Sin ti amor… yo no respiro!..”,

deja que estas palabras, que te desvisten y te conocen

se tornen un sueño compartido,

hagamos promesas milenarias,

condúceme allá donde dijiste que nunca regresarías,

olvida el naufragio de los porque,

bríndame ese café de siempre,

rompamos el misterio del cosquilleo estomacal,

necesitémonos, liberémonos, recordémonos,

perdámonos, respirémonos,  reencontrémonos,

impregna tus antojos en cada poro de mi ser,

pero por favor nunca…,

nunca dejes de iluminar mi universo con tu alma.

Me encantas

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Como contarte del embrujo de tu semblante,

del frágil aroma de tu cuello,

que más perfecta coincidencia que encontrarte y me encontraras,

que yo llegará y vos también,

cómo explicar que tus metas hacen parte de esa línea traviesa que es mi destino,

cómo decir sin sonrojarme que irradias mi vida,

que revoleteas mi interior, que vuelves trizas mi piso,

que pones otro matiz a mi vida

y que me encantas.

Amor hallado de pronto,

amor que de algún modo te cuelas por todos mis sentidos,

por todos los lugares en donde sin permiso te interpones,

quiero tenerte amor, absurdamente, perdidamente, tontamente,

inventándote a mi lado, quiero tocarte, abrazarte,

compartir contigo la osadía de volar,

mi corazón desea encallar bajo una caricia,

quiero estar y amar contigo siempre,

fijar mis ojos dentro de tu mirada,

morir miles de veces y ver el alba.

Estar sin pasados, sin presentes, sin prejuicios,

sin pecados, sin excusas, estar de pupila a pupila con tu Aura.

Cómo hacerte saber que siempre hay tiempo,

que no está prohibido sentir, y que esperar pueda ser el más osado reto.

Sé que la quiero,

así mi frecuencia la busque y no encuentre eco en su faro,

es preciso salir de este abismo,

despertar de este espejismo de mi alma,

decirte adiós  e ir a tu lado,

fijar mi atención en otra orilla,

llevarme mis manos que te hablan,

pero eres tan cálida, tan tímida, tan franca, tan clara que me encantas.

Te conozco

“Te Conozco” Silvio Rodríguez Domínguez, cantante, guitarrista, productor, compositor, dibujante, fotógrafo y diputado Cubano, una ilusión desde 1946, una canción distante que acerca, un dejavú de dos, quienes sin conocerse del todo se extrañan.

De niño te conocí, y cuando te volví a ver, sabía cual era nuestro destino, no eras una vieja amiga, eras mi voz gemela en otro cuerpo, eras un desvelo de este corazón palpitante, eras esa incesante dicha que me aloja, eras el amor vivo lleno de grietas, eras la cura para esta parálisis de soledad y distancia.

Sin Ocaso

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Toma mi cabeza, abrázate a mi cuello,

explórame, levántame,

lléname de ese silencio de Dios,

resucita esa otra parte que está dormida,

mansamente, quítame todo este amor sobrante,

descubre entonces un límite sin límite,

después de ese confín no existe nada,

ni un huésped, ni tácticas,

ni escondites, ni un susurro,

ni viento que acaricie.

Dulcemente atraviesa los escombros de mi ser,

traspasa todos los muros,

todas las edades,

deja pasar la noche,

amanece, despójate la sangre,

abre las ventanas, respira de mí,

estréchame con el alma,

entre tus ojos albergarme,

no me dejes a medio camino,

constrúyeme con tus manos,

déjame desearte y soñarte,

crea ese universo paralelo,

mágico, lleno de ti,

invítame a seguir,

a estar junto a ti,

siempre, siempre,… sin ocaso.

.

Mi Faro

canal

Difícil cosa que es escribirte un poema,

donde poderme apoyar sobre tu hombro,

que te pueda decir tantas cosas,

sin soltar lágrimas que se esfuerzan por no salir,

pero que siendo parte de ti, se deslizan intrusas sin permiso,

Difícil cosa el amor brotando en medio de la ansiedad,

Tantos mundos, tantos siglos, tanto espacio,

tantos sueños, tanta espera y ahora entretenido coincidimos,

solo por unos instantes,

ahora sonrisa cristalina es mi vida

y mi boca es lenguaje del alma,

que quiere darlo todo si me mira, si me dice te quiero,

pero sigues siendo pequeño para escuchar.

Aunque te voltees de revés, 

Y yo observe tus manos y tus piernas y tu espalda,

y desee jugar sin esperar tiempo,

y desee ver corriendo ese tu nombre que de mis labios sale en flor,

seguiras libre en el agua que te inunda, y yo… con esta sed de ti,

y tengo más de que pensar,

te quiero de patria, de aventura, de cuentos,

de guitarra, de vuelos y pelo largo,

de caminar contigo y ver nuestro reflejo uno al lado del otro.

Antes solo te pensaba, pero hoy me deleito tanto soñándote,

imaginando esa eterna sonrisa,

tomas desde hoy el timón de mi barca

y contemplo en ti la vida que hoy quiero elegir.

Sos desde hoy y por lo que queda de vida

mi Faro.

Desnuda

 

Roque Dalton García, poeta, abogado, antropólogo, prófugo, revolucionario, Salvadoreño, sobreviviente de cárceles y destierros, hace suya la frase del guatemalteco Miguel Ángel Asturias: «El poeta es una conducta moral», Vive emigrado en Guatemala, México, Cuba, Checoslovaquia, Corea, Vietnam del Norte y otros países. Muere asesinado por sus propios compañeros de lucha.

“Amo tu desnudez, el mundo tuyo que me ofrendas, ese mundo vecino donde yo juego a caminar por tus mesetas, montañas y valles, y vos extraterrestre, pintas tu propio cuerpo en el mío”.

Encontrémonos

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No tengo sabor de vencido,  

tienes la mirada limpia y te miro con buenos ojos,

en tu sencilla ternura, soy también sencillo,

soy solo una parte,

una necesidad de tu imaginación,

de tus labios que muerden,

de tus manos desnudas,

de tu vientre que hoy es dueño de mi mitad más sublime.

Y me meto en tu pecho

y te estrecho

y te arranco la ropa

y te miro de frente,

y te hago girar

y te vuelves mi mundo,

mi espacio,

todos mis instantes,

mi existir,

procuro que toda tu me sueñe,

me tiente,

deletree mis pupilas,

confiese que me ha querido más de lo que quisiera desear,

que toda tú busque el paraíso de tenernos,

de completarnos,

de llegar a formar una sola llama,

un solo eco,

una fuente de vida.

Acabemos la voz que se llevo la ausencia,

acortemos la distancia,

deja que ría el aliento,

deja que tus ojos se reflejen en estos que te miran,

deja que el mundo se torne de colores,

que arda esta hoguera,

deja el cara o cruz y que el cielo lo deje a doble o nada,

que el ritmo de la lluvia nos lleve a ningún país

y nos deje solos en un chaparrón de confesiones,  

bautiza este sentimiento que sin tregua nos dispara,

acabemos esta batalla de esconder lo que se siente cuando se toca el alma.

A Oscuras

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Ciego y de rodillas,

ante la oscura pesadilla de tu ausencia,

perdido naufragado en el recuerdo.

A media voz digo,

casi enmudecido,

el placer que dejo tu compañía.

Me arrastro de nuevo por el frío de estas mil soledades

eternas compañeras.

Te desvaneces en mis brazos,

queda solo tu sombra.

Ahora no me conmueven las voces,

ni los roces, ni las palabras no escritas,

ya no me asusto, ni me escondo de las tentaciones que persiguen tu olvido,

nos recordamos y nos sufrimos,

en mí recorre ese alboroto de pulsaciones rebeldes que te llaman

y en ti entra el veneno de la indiferencia y nuestra muerte,

entonces nos faltamos, nos abandonamos,

y queda el silencio más simple,

el más insoportable,

la perpetuidad del espanto.

Déjame ahora volar en la lágrima que derramamos,

déjame palpar por última vez ese cabello, 

que solo yo acaricie como un niño.

Déjame con el ángel de la pasión torpe y fría,

desátame,

regresa a la costilla que saliste,

déjame el sortilegio deleite de tenerte entre estas líneas,

déjame con el risueño contacto de tus ojos,

déjame romper mi corazón y hacerlo estrellas,

para que cuando las cuentes,

mis labios se rompan de dolor al decir adiós,

y mi alma grite en el silencio de una noche…

«Te sigo Amando».

Dentro

“Dentro” Silvio Rodríguez Domínguez, cantautor Cubano, y Luis Eduardo Aute, forjador de trova, una canción que inspira, que estremece, que compacta lo que se esparce una canción que bien puede acompañar una noche de vino seco añejo, de recuerdos, de besos y chimenea amante.

 

A veces recuerdo tu imagen desnuda, y te veo sola y me veo solo, y nos recordamos solos, y nos sufrimos solos, una locura de ganas se vierte en nuestros cuerpos, la sangre rebelde se esparce trozo a trozo en nosotros, solo queda el aroma, leo tus pupilas en el fondo y me vuelvo solo una parte, solo un brazo de este amor que le puede más al corazón que a la razón.

En ti

A veces, quisiera irme,

no sentirte tan presente en lo que hago,

en lo que digo,

alejarme de estos años que vivimos,

no recordar las primaveras de mí vida

olvidar que te quise,

que aprendí a ser artista

para dibujarte el amor,

vivir en el invierno de tu ausencia,

caminar por las calles sin recordar tus pisadas,

esperar más de prisa mi vejez,

ser ese barco y ese mar solitario,

quisiera dejar de respirar y sentirte más poco,

cansarme de necesitarte,

sacudir cada una de tus caricias,

En fin…

a veces quisiera enterrarme en la arena de la playa,

dejar de soñarte y desearte,

dejar de extrañarte tan fuerte día a día

olvidarme de mí para no vivir en ti.

A veces quisiera tantas cosas

pero más allá de eso,

Te Amo.

Cada día pienso en ti

Cada día pienso en ti,

pienso en que tu cuerpo está a mi lado,

dulce, suave, callado,

que es parte mía,

pienso en lo feliz que me haces

y aún no estas,

cierro mis ojos, me miras,

y esta ternura que sale de mí,

te abraza e imagino acariciar tu pelo,

y sigo con mis brazos inmóviles,

como una predicción de las buenas,

cada día pienso en ti,

y me pongo de veras feliz,

y siento besarte

y siento que aprietas mi mano,

y haces una sonrisa,

te conocí un día de Septiembre

y desde entonces he tratado de escribir tu nombre,

despierto muy temprano

y me lleno de ti,

la fibra más sensible de mi corazón te llama,

y espero,

y pienso en ti,

mientras la vida se pone a escuchar lo que aún no nos decimos.

Cuando lejos, muy lejos

Julio Flórez, poeta Colombiano (Boyacense), literato sin concluir, personaje romántico y trovador, escritor desde los siete años, con convicción política liberal, fundador de la Gruta Simbólica, reconocida agrupación de Tertulia, ha pasado a la historia como un bardo popular, que supo interpretar los amores y los dolores de la raza colombiana bajo temas absolutos como la naturaleza, la madre, la patria, la amada y la muerte.

 

Cuando lejos, acaso un día, mires la noche apagada y me recuerdes, cuando a solas preguntes y te interrogues y derrames ese suspiro que debió ser mío, sabrás entonces que es la ausencia, sabrás por fin cuanto te he amado.

Dar es dar

Te hablo,

te escucho,

te observo,

te canto,

te aprendo,

te pienso,

te comprendo,

te hablo,

vos me transformas,

me confrontas,

me despiertas,

me construyes,

me impactas,

me conviertes,

me estremeces,

me transformas,

de pronto, yo te descubro y vos me encuentras,

entonces,

Vos me hablas,

me escuchas,

me observas,

me cantas,

me aprendes,

me piensas,

me comprendes,

me hablas,

Yo te transformo,

te confronto,

te despierto,

te construyo,

te impacto,

te convierto,

te estremezco,

te transformo.

Trato de decir que te amo

 

Trato de decir que te amo,

que ya no estas sola y ya no estoy solo, 

mi alma está amordazada

a estos recuerdos locos que nos recorren,

y un olor a tierra recién nacida emerge de esta mitad,

de este corazón que esta lleno de ti,

te alojas en mis ojos, permanente,

no hay palabras, ni espacios,

ni tan siquiera silencios, no hay susurros,

ni roces, ni olvidos,

te alojas en mis ojos y no puedo dejar de verte,

y no quiero dejar de verte;

en el borde de mi ventana se entremezcla

esa paz interior de tu mirada con el futuro en sueños;

trato de decir que te amo

y un latido estalla en mis labios

y un querer se esparce

hasta el fondo de todos los abismos,

trato de decir que te amo y estás en mis pupilas

y soy un trozo de ti,

y haces que deje de lado, de cuando en cuando,

la sensación de caminar sobre grama,

de respirar, de sentir que el aire tiene un sabor agradable,

de vencer con el olfato el vértigo, el frío del otoño,

y haces que resulte imposible medir los versos con los dedos,

ahora  sin importar nada, casi sin importarme,

descubro que el júbilo existe,

que es más que un temblor de aurora,

más que el fuego que arde cuando nos desnudamos,

más que sumergirme en ti con espíritu y carne;  

Trato de decir que te amo y tomas mi amor,

mis días, mi sentir, mis sueños,

mí querer, mis ganas, mi piel,

mi vida y mis deseos

y los colocas en estas sílabas contadas,

yo trato solo de decirlo, decirlo en dos palabras.

Te doy una canción

“Te doy una canción”, Silvio Rodríguez Domínguez, poema y canción, combinación perfecta, para acercar el amor distante, no de lugar sino de tiempo.

Me haces hablar desde el silencio, me haces despertar el amor dormido del tiempo, acometes con mis ganas, me detengo entonces, me derrito, me sueldo, me calcino, me desgarro, me muerdo, y resucito con estas dos manos que cantan, te buscan, se evaden y se entregan.

Desearía

Desearía tener todo el tiempo para alejar tus tristezas,

desearía vivir cada segundo para vivirte,

desearía descubrirte las ansias de tenernos cerca, muy cerca,

tan cerca que en el instante de tenernos uno al otro,

una beta de amor rompa los miedos y las incógnitas,

desearía inventar con mi amor tu nombre,

dejar pasar sobre mis parpados ese tiempo de anhelos,

conservar intacto en el mundo tus palabras, las que escribes,

las que conmueven mi inconciente,

las que hacen que te sienta de regreso, te sienta mía,

desearía morir en tus labios,

guardar este día con sus horas para siempre,

desearía que mis besos jamás se levantarán de tu cuerpo,

buscar tus ojos, conectarlos con los míos,

y en esa luz de primera madrugada reconciliarnos.

Renacer en nuestras almas,

desearía que siempre tu mano apretará la mía,

desearía que tu cabeza reposará en mi pecho

y mis dedos dibujarán jeroglíficos de amor en tu cuello,

en silencio llenarnos uno al otro de eso que nos hace falta

y que juntos sabemos que tenemos en reserva.

Desearía volver a enamorarte, dejar que me hechices,

transformarte, dejar que me arrincones,

Desearía acariciarte, respirarte, desnudarte,

dejar que me presientas, me codicies y desees,

despertar todos los días junto a ti, e iluminar el mundo,

provocar en ti sentimientos lejanos,

repetir sin cesar noches de pasión traviesas y melancólicas,

con corazón cercano, tu alma más mía y la mía más tuya,

Desearía que nunca te alejarás

y que por el contrario

aceptarás recorrer este camino de la vida

junto a mí, para siempre,

Si, para siempre

hasta más allá de lo que puedan alcanzar nuestros sueños.

Desearía compartir contigo mis alas, volar

y sentir esa atmósfera de amor que nos envuelve

esa libertad de vida que nos ata.

Desearía amor… lo deasearía.

Cómo imaginar el mundo sin ti?

Cómo imaginar el mundo sin tus labios?,

Cómo imaginar el mundo sin tus ojos?,

Cómo imaginar el mundo sin tus brazos?,

Cómo imaginar el mundo sin ese aroma de luna que te envuelve?,

sin ese cabello que me hace soñar despierto?

sin el hombro que soporta mi cabeza?,

sin la mano que entrecruza la mía?,

Cómo imaginar el mundo y negarme que tú existas?

Cómo imaginar el mundo sin tu vida, sin tus amaneceres, tus colinas, sin tu gente?,

Cómo imaginar el mundo sin ese rostro limpio que me ata y me tienta?,

Cómo imaginarlo sin esa manera tierna e implacable de antojar con las palabras?

Cómo negar esta mitad de amor, esta otra parte de ti?

Cómo imaginar el mundo sin ese cataclismo que hay en mí y por supuesto sos vos?

Cómo imaginarlo todo sin ti y cómo seguir vivo?

Dime

 

Jorge Francisco Isidoro Luis Borges, Argentino, escritor y lector desde los 4 años, ensayista, bibliotecario, inspector de mercados, docente universitario, narrador de cuentos y poemas, “las palabras no sólo son un medio de comunicación sino símbolos mágicos y música”.

 

Dime por favor,  como romper está soledad que me detiene en el inmenso abismo en que te sueño, mi memoria son tus huellas, los besos dejados en mis labios, ese abrazo que despierta la mañana, cada verso, cada tarde, cada silencio esta impregnado de vos y no se deja llevar por el olvido.

Tú lo sabes y aún así lo callas

Tú lo sabes y aún así lo callas,

mi voz se conmueve con el ángel frío de tu corazón,

te siento lejos y sin embargo,

tus caricias abrazan ingenuas mis mejillas,

lo sabes y aún así callas

lo que tu alma quisiera decir desde hace tiempo:

Hay algo de ti que me hace falta

y hay algo de mí que aún no tienes.

No sé si te quise, si me querías,

nos amamos con estática locura, con pasión,

este amor se ha sembrado en el alma para nunca volver amar así;

no quiero quedarme solo sabiendo que te pierdo,

hoy hacen falta momentos,

esos donde nos miramos

y me dices miles de cosas y yo calló,

los momentos donde sentados al margen de la vida

desterrábamos el olvido de tenernos,

dejaré en interrogante que hay en ese espacio donde no estoy,

donde no llego, donde te hago falta,

seguiré viviendo,

pasarás de nuevo y soñaré con tus ojos de mar,

con tus manos que se lleva el viento,

con el roce de tu cabello suelto,

con el sabor de tu boca y el olor de tu cuerpo,

con tus besos ahogados de imposibles,

del dolor de quererte,

pasarás de nuevo callada,

miraras mis lágrimas y sabrás en ese instante,

sin importar si es invierno,

que te comencé amar desde el silencio.

Que lejos tu, que lejos yo

Extensión de mí alegría,

lejos estás y mí alma te ata,

lejos estas y mis labios te buscan,

se acercan a tu boca fantasma,

mis dedos imaginan tocarte otra vez,

estas más ligera que el aire,

más fuerte que el mar,

más libre que el deseo,

es silencio paz sobre la brisa,

es recuerdo de ti entre mis brazos,

es querer a manos llenas,

es primavera con flores bellas,

es un diamante brillante en el rocío,

es un libro comenzándose a leer,

es agua que sacia mi sed, pero distante,

ando por las calles y tu mano no acompaña la mía

y tu sonrisa no alborota la mía,

y la ciudad que canta cuando juntos estamos,

se torna fugitiva de recuerdos.

El tiempo barre las tardes de lluvia, las lágrimas, la espera,

mujer que ahora no estás,

tus «te quiero» me vuelven vulnerable,

no tengo hambre de amor,

pero me encuentro en ti más que en mi mismo,

es el misterio que traspola mis sentimientos a los tuyos,

de algún modo,

toda entera, estás hecha para mí,

y me navegas,

me haces suspirar sin un porque,

haces que quiera que pase algo,

ese algo que también deseas,

pero que lejana te haces y que lejos que estoy yo.

Con diez años de menos

“Con 10 años de menos”, un tema de Silvio Rodríguez, una apología al sueño de seguir viviendo en esa felicidad que en ocasiones es prestada, de retornar el tiempo y revivir momentos bellos.

Si fuera diez años más joven que feliz, me dejaría llevar por tus encantos, soltaría de nuevo mi alma para fundirse con la tuya, no esperaría aprender tantas cosas, sería de nuevo ese punto blanco para contigo ser luz entre las sombras, con diez años de menos, mi vida con la tuya, en cada segundo sería igual de fascinante y profunda que el segundo anterior, sería por tanto menos real y más sublime.

Te perdono

Te perdono,

el delito de mirarme con ansías,

de querer besar mis labios,

de darme ese abrazo de mañana,

te perdono las ganas de rozar mi piel con tus instintos,

de cantar en mí oído esa melodía de amor,

te perdono esa humedad que te palpita, que te arde,

la bondad que te absorbe con ese fruncir de ceja que devora,

con esos ojos infinitos que me atán,

te perdono los suspiros limpios, tiernos, dóciles,

como soledad de vida deslizándose en las venas,

te perdono los fantasmas que te siguen,

tu lengua que dentro de ti muerdes,

rompiendo las palabras que deshaces,

que tragas dejando un llanto en las entrañas.

Te perdono, tu piel suave, tu espalda dulce,

el lugar secreto que conozco,

Te perdono el haberme encontrado, sin querer,

una tarde de jueves,

de hacerme sentir más vivo con tu risa,

te perdono tu angustia, tus gestos, los enigmas,

la espera y tu voz afligida,

lo que no perdono,

es que no te vuelvas mi faro,

que mis costas se sacudan, salga el sol y estés ausente,

lo que no te perdono es que mis redes se vayan a tus ojos

y tú no lo percibas,

lo que no te perdono es que faltes amor y nos faltemos.

Siento Soledad

Siento soledad,

Siento la soledad no de la ausencia

sino la soledad de mi parte más sensible,

tal vez más humana,

soledad que elimina mi ego,

la que me invita a ser ciego,

soledad amiga de la angustia y la tristeza,

siento la soledad con pasos gigantes,

robustos, que atropellan,

siento la soledad de la ignorancia,

la soledad de sentirse en ningún sitio,

soy vulnerable, frágil,

mi coraza comienza a volverse fragmentada

por la incertidumbre de creer ser lo que no soy,  

Siento la soledad pero no esa de estar con nadie,

soledad más intensa y por tanto más letal,

soledad de morirse intentando lo que a otro no le importa.

No era amor…

José Ángel Buesa, Poeta, escritor, guionista radiofónico,  Cubano, de 7 años comienza a escribir versos. El paisaje humano y el paisaje geográfico tienen para el poeta, mucho de magia.

“No era Amor…”, fue esa llama que por ti me emerge, fue tu mirada, fueron los sueños que construimos,  fue eso que me apego a ti y me amarro a tu alma.

Solamente entre Lenguajes

Tu piel entre mis uñas,

tus besos en mi boca,

mis labios mezclados en los tuyos,

mis manos creando libertades;

Sueño de otoños dorados

Sonrisas manifiestas, tontera absoluta.

Yo llevándome tu aliento

Tú, embriagada por la vida,

Dios, en la única caricia,

donde mí cuerpo se sumerge en el tuyo;

tus líquidos vertiéndose en mi cuerpo

la purificación entrando, uniendo,

haciendo la creación de una sinfonía,

el sonido de aves susurrando en los oídos

volando, viviendo, reconociendo nuevos nidos.

La humedad asfixiando nuestro velero

La marea más alta, la tormenta cerca,

la lluvia inundando nuestros poros,

la sinfonía rompiendo la acústica del silencio,

las aves volando a mayor velocidad

mí vida pasando en un parpadeo

Un huracán azotando el velero,

Una exhalación prófuga de tus ganas

una agonía intensa, un espacio más reducido

una palabra gritando entre las sombras,

un recuerdo amarrándose a la vida,

jardines de frases en mi memoria.

Y luego la calma,

la inconsciente fantasía del sueño,

mayor tontera,  más piel entre las uñas,

más besos en mí boca, más tú en mi

y yo invadiéndote

Amándote en una muda Sabana.

Estar contigo siempre

Quiero contar horas de prisa,

ver mi cuerpo en tu cuerpo,

embriagarme en tu perfume,

hallarme junto a ti con tu ternura,

estremecer de pronto mis sentidos,

quiero amarte, ser libre, rozar tu piel y callar,

ser feliz con tu sonrisa,

quiero tomarte de la mano,

dejar que sientas la calidez de mi alma,

degustar ese beso que no se seca en los labios,

releer mi vida como un libro,

observar las mariposas salir de las crisálidas,

quiero saber, el porqué mi soledad te pronuncia,

danzar contigo al compás de las estrellas

sentir esa humedad que te palpita,

quiero renacer y encontrarte de nuevo en mí camino,

dejar que mis coordenadas lleguen a tu orilla

vivir contigo más atmósferas,

edades y universos,

vivir contigo hasta el último día en que despierte el mundo.

 

 

Ojalá

Silvio Rodríguez Domínguez, “Ojalá”, una frase que en melodía sobrepasa la necesidad del otro.

Esta canción es una de las más conocidas de este Cantautor Cubano, por tanto a sido cuestionada desde diversos puntos de vista; para mí, «Ojalá», debe ser entendida, como ese primer sentimiento que sucita en alguien cuando la escucha por vez primera. 

Ojalá que la vida no sobrepase mis ganas, ojalá que nunca me de cuenta que me faltas, ojalá no borre de mi mente ese secreto tuyo que me embriaga.

Antídoto

Cuando faltas vos, me falta el aire,

cuando faltas vos, pierdo apetito,

cuando faltas vos, el agua pierde valor vital,

cuando faltas vos, el sueño ya no importa,

cuando faltas vos, no siento ni mi propio sexo,

cuando faltas vos, el mundo pierde la magia,

la vida pierde las ganas,

cuando faltas vos, mueren en mí adentro todas mis muertes,

soy más amargo, menos inmortal,

cuando faltas vos me quedo solo,

me sobrecojo y soy de algún modo ajeno,

mi terapeuta dice que es una grieta en la psique,

que son instintos primarios en un segundo plano,

yo digo que eres vos pero lejana,

con tu memoria distante,

con tu sombra apartada,

con tu cuerpo callado,

a media voz digo que haces falta,

con tu sonrisa pícara,

con el eco de tus labios,

con el misterio de tus ojos,

déjame salir de estos escombros,

sé luz traslucida en mí existir,

cuando vuelvas a faltar vos, vuélvete antídoto.

Quiero quererte

Quiero quererte,

extrañarte y volver amarte,

quiero quererte,

quererte absurdamente,

quererte tontamente, perdidamente,

urgentemente e insoportablemente,

quiero quererte en el cine,

los parques, el tranvía, bajo la lluvia,

o en este sol de verano que cobija,

quererte en mí alcoba,

entre esas sábanas acostumbradas a ti misma,

entre el aire que te conoce

y que se escapa cuando te beso,

quiero quererte en tu carne,

quererte de tus pies a tus muslos,

de los muslos a tu costado,

de tus senos a tu sonrisa

y de tu nariz a ese cabello suelto que me envicia.

Quiero quererte en este silencio sublime del amor,  

quererte a solas.

Hecha para mi, quererte toda,

con tu alma bendita y temblorosa,

con tu destino que estremece mi piel,

quererte lentamente, pausadamente,

como si solo te tuviera un momento en la vida,

y ese instante lo viviera contigo ahora mismo.

Rayuela (capítulo 7) Toco tu boca

Julio Florencio Cortázar, escritor e intelectual Argentino, Filósofo, Maestro del cuento y la prosa poética, creador de novelas que marcaron una nueva forma de hacer literatura en Latinoamérica. Toco tu boca, fragmento de Rayuela (capítulo 7).

No hay otro lugar donde yo vaya mejor que a tu boca, esa boca que toco como la niebla de la primera hora, toco tu boca que se enciende y me hace crecer como el día, toco tu boca y los hilos de mí sangre se dejan caer bajo tus labios.

Palabras ocultas tras tu cuerpo

Quisiera enunciar las palabras más cercanas,

aquellas que rozan subversivamente el espacio de aire que nos queda,

quisiera decir palabras con atmósfera propia,

palabras que declaren constelaciones íntimas,

palabras que borren el miedo,

den la vuelta y se lleven las ausencias,

palabras que deseen imposibles,

palabras que devuelvan la virginidad,

luego de la preñez de muchos hijos,

palabras que nos quiten las ganas de morir,

que se abandonen a la química de las pasiones,

palabras que dejen en paz el pensamiento,

que sobrepasen el umbral de la incertidumbre,

palabras que respiren entre tus labios,

que dejen el alma a la intemperie,

que rieguen tus manos incrédulas,

palabras que en este otoño,

se acerquen desnudas a tu cuerpo,

se posen sobre ti,

sobre ese lugar que más te aviva,

y sin mirarse se deseen.

Happy birthday

Los años,

viajeros incansables,

llegan unos tras otros,

como barcos cercando un muelle,

no andan solos,

llegan colmados de alegrías,

de angustias, sabores dulces,

horas de tristeza, de añoranzas,

de días de naufragio y otros sutilmente pasionales,

llegan a nuestras vidas sin pagar importe,

hoy por mis ojos irrumpen los años que han pasado,

días de fruta fresca, olor a campo,

flores silvestres, parques frondosos,

arena y barro,

charcos de agua lluvia y un columpio,

luego en las pupilas se atestiguan pupitres,

olor a lápiz, cuadernos, fútbol,

una tímida sonrisa y mariposas revoloteando

en la niña de ojos profundos a la que nunca le dije nada,

súbitos meses pasan,

ocultas nuestras estrellas siguen luciendo en el tiempo,

ese que me sacude y me lleva años después a ningún lado,

donde no se divisa gesto,

ni esta presente ese terror insepulto,

donde hay dolores que no duelen

y angustias arrebatadas,

me pregunto entonces,

si yo… como ser humano,

puedo sentirme en ningún lado?,

y además seguir cumpliendo años?….

Tal vez si…

tal vez y solo tal vez

si la felicidad habita en mí,

esa felicidad que en ocasiones se escribe con mayúscula,

que es prestada y ajena,

compañera inconstante de viaje,

esa que nos hace sentir solo con imaginar,

que el mundo es más nuestro que la existencia misma,

y así se desborone a ratos en mis días,

seguiré agradeciendo

al que del polvo que soy me levantó,

me dio más de lo que podría imaginar. 

Déjame soplar las velas, dame más vino y un poco de torta,

y hasta el que vuelva, hoy y siempre

happy birthday.

Te amaré

“Te amaré” un poema de Silvio Rodríguez Domínguez, en la voz de Norma Helena Gadea, una canción de Aniversario, un manifiesto del amor en la pasión encarnada de la vida.

Te amaré como al mundo, antes y después, en comienzo y en final, te amaré con todo lo que mí ser puede crear, sentir, alcanzar, te amaré más allá de lo que mí alma imagine. Te amaré y después yo te amaré.

Me impregno de vos

No necesito mirar los mapas,

ni andar más calles,

ni recordar tu voz en el teléfono,

ni cometer el sabio delito de releer tus cartas,

ni reír y reír hasta encontrar la armonía de tu risa,

no necesito ser viejo para salvar esos besos amantes sin ti,

no necesito de la luna que se filtra por las nubes y evoca tus caricias,

no necesito del viento que despliegas cuando pasas

dejando en la brisa tu ternura,

no necesito mirar fotografías,

para mirar tus ojos que me transportan,

que desnudan tú alma,

no lo necesito porque sabes como llenarme de ti,

todo mi ser te evoca,

toda mi esencia,

vives conmigo,

mi espíritu y el tuyo se enlazan a unísono,

tu imagen, esa que veo en el espejo,

se funde con el misterio que me das,

tus brazos largos me abrazan,

traspiramos en este humano latido,

me convierto en ánfora de perfumes tuyos, 

estas conmigo ahora,

en estas letras,

en el cine,

en mí trabajo,

en el tranvía,

en el parque que atravieso para llegar a casa,

eres soplo de vida hasta en mis sueños,

mi hombro siente tu cabeza,

mi mano tu mano,

mis labios sientes los tuyos,

mi piel tus deseos,

mis pies saben de tus caminos,

mis noches olvidan las nostalgias,

brillo en la plenitud, cuando vos…

me impregnas.

No es nada de tu cuerpo

Jaime Sabines Gutiérrez, poeta, ensayista, político, mexicano, con acento informal que lo hace poeta de todos los tiempos, prosa vehemente, verso sentido y sensual.

No es nada de tu cuerpo, es el tiempo de volver a estar contigo, de ser en verdad lo que somos y salir corriendo por las calles, olvidando las alas de la ausencia, y retornar a este lugar, que es tambien tu casa.

 

Mi piel de ti

Que nadie irrumpa este momento,

que todos ignoren estos jadeantes suspiros que emanamos,

que la noche silencie su voz hasta mañana

y no deje ingresar intrusos, invasores

o visitantes a este sueño compartido,

a este paraíso compartido,

todo tuyo y toda mía, siempre,

sin recuerdos, sin nostalgias,

sin ausencia ni reclamos,

somos eternamente nuestros,

de la mirada al beso

y desde el alma hasta la respiración,

nuestras sombras se tientan perplejas,

olvidando su caminar solitario,

hagamos de este instante un nuevo mundo,

con acento a picardías de infancia,

olor a pino y aire frío de invierno,

dejemos ese estupor tibio y evasivo,

seamos ala, vuelo, noche feliz, canto apasionante,

amor invulnerable,

sigamos siendo un solo abrigo,

rescatemos ese sentir del que ya no se habla,

cuando dos, como nosotros,

se miran, se palpan, se rozan,

se tocan,

dejan todo lo que sobra de lado…

y se aman.

Instinto Mudo

Me gustas,

lo sabes,

no una, ni dos, ni tres veces,

me gustas millones de veces,

en mis tardes, mis noches y mis mañanas,

sos parte de la esencia de mi vida,

cautivante olor a fruta fresca,

viento que despliegas cuando miras,

feromonas que me inundan cuando pasas,

mi piel abre sus poros y devora tu aroma,

deshojas mi febril deseo,

declaro mi música de amor a la carne de tus labios,

mi olor, ese que me posee, me invade y me persigue es tuyo,

es gracias a ese gusto que por ti profeso,

que mi ausencia sigue teniendo el sabor de tus instintos,

las palabras sobran, se impregnar en mi garganta

y de alguna forma me alimentan,

mi mirada te habla, sin metáforas, sin comparaciones,

mi mirada reemplaza esta voz dormida,

este instinto mudo que hasta la eternidad me acompaña.

Me gustas,

mis pulsaciones lo delatan,

quisiera gritártelo pero mi voz calla.

Mariposas

Algunos dicen que las mariposas simbolizan los guerreros que habiendo caído en combate, regresaban a la tierra en formas coloridas y hermosas para embellecer la vida de los hombres.

 

La espera es reconfortante cuando los recuerdos avivan nuestra mente y nos hacen sentir cercano lo que está distante, como aleteos de mariposa, furibundos, llenos de primavera, de alegría. Silvio Rodríguez, música sin tiempo, enigmática, oportuna y constante.

Concierto de besos

 

Tus besos,

esos que dicen que me aman,

los que condenan las razones,

aquellos que hacen que el corazón lata más fuerte,

tus besos,

esos que arrebatan mi mirada,

besos que me pierden en los ocultos espacios tuyos,

besos tibios que dejan huella,

violentos,  desgarrados, nobles y salvajes,

besos que danzan en los escritos que inspiras,

besos que crean más sed del agua que me brindas,

besos perfumados que quedan dilatados

entre los libros, el mar y el alba,

besos de pasión ardiente hasta tu boca.

Tus besos, mis besos, los nuestros,

los que nos tocan el alma;

besos tiernos, libres, férvidos, sin pudores,

claro espejo que desnudan lo profundo,

lo bello, lo puro, lo esencial,

desvío de trazos y contornos.

Es un gozo sentir la canción de tus labios sobre los míos,

besos de destello sereno, cuerpos húmedos que resbalan,

que se crean como extensión de un amor feliz,

placer que no se convierte en vicio,

suspiro jadeante,

besos que me ligan a este mundo absoluto,

a este eterno tiempo presente que en un beso insaciable

es quimera.

Déjame existir en ti

Déjame regalarte el futuro,

déjame soñar lejos de aquí,

salva está melodía en clave de sol,

déjame inspirar y expirar contigo,

déjame amarte, así no sea fácil,

déjame gustar de esas cosas

que le dan sentido a mis rutinas,

sigue entonces bailando,

anhelando lo imposible,

enciende la llama,

rompe el cristal que ciega el cielo,

déjame ser sublime con el amor que te profeso,

regálame nuevamente 77 años de palpitos,

enciende los días grises de mi conciencia,

dime los adjetivos, olvida los pecados, los culpables,

olvida hasta las dudas,  

dispárame donde no hace daño,

píntame con las manos los besos, los abrazos, las caricias,

despierta junto a mí por las mañanas,

despide la melancolía,

despide los viajes a solas,

despide hasta las sonrisas de un rato,

vivamos,

hagamos de nuestros días un solo  paraíso,

déjame desahogar las ansías de impregnarme a tu piel,

encadena mis ojos a la música de tus labios,

envíame los mensajes subversivos que te atan,

deja los caprichos que ostentan el deshielo,

deja de construir cariños con prisa,

despabílate,

abre las ventanas, comparte el aire,

deja que mi corazón te hable y te susurre un

Te amo.

Rima 30 – Gustavo Adolfo Bécquer

 

Gustavo Adolfo Domínguez Bastida, conocido como Gustavo Adolfo Bécquer, español lírico, narrador, periodista, su frase especial: “La mejor poesía escrita es aquella que no se escribe…” Este es uno de sus setenta y seis cortas Rimas breves como arpegios, ya que concentró en ellas la poesía que hubiera querido verter en numerosos poemas más extensos que no escribió.

 

Camino que te llevas sus pasos, camino que confundes los míos, camino que entrecruzas lágrimas, orgullo y olvido, camino que anda el amor.

Tu Olvido en mí

Abrazado a un atardecer de cuentos desnudos,

con voz limpia y pies descalzos,  

cerca de una pequeña lámpara,

que me deja en el silencio su quemadura,

emerge tu recuerdo

desde la costa en que estoy.

La lejanía es un naufragio,

solo los versos trémulos se retuercen en mis labios,

se deshojan los instantes,

me siento ajeno;

el otoño dibuja líneas de luna,

el subterráneo del mundo me cobija

como gorrión en nido con oscilaciones constantes,

mantengo el esfuerzo de no desvanecer

navegando de pronto hacia tu isla,

tus aguas comienzan a inundar las mías,

empiezo a florecer bajo tu sombra,

se apagan de nuevo los sonidos,

lentas corren las horas,

los minutos se desmoronan en los recintos de mi mente,

las hadas sobrevuelan las almas prisioneras,

los faunos bailan sobre la madera,

gime una música lenta,

se adormecen las rocas, los metales,

el polvo y la candela de una hoguera,

en el onírico mundo se siguen desnudando cuentos,

en un lienzo oscuro Afrodita interpreta

la etérea melodía de la eternidad del tiempo;

y yo me observo solo…

sin pudor ni vergüenza,

derramo un llanto gris que no te alcanza,

los duendes trepan los fríos muros,

una luz que enceguece todo arrasa,

dibujo una sonrisa que borra la agonía,

una fantasía ondula el pincel sobre las sombras,

mi alma deja de tener frío,

de algún modo la vía láctea recoge las estrellas apagadas,

mi rostro al aire libre ríe y se despierta,

mi corazón dispara una voz de amor

que llega hasta donde no te hallaba,

te grita, entra en ti, se derrama por tu cuerpo,

se incrusta en tus entrañas

y no permite que el olvido te conquiste.

Contigo

Contigo,

las palabras no bastan,

la magia se diluye entre letras,

la orilla de mis fantasías no tiene límite,

mi pluma desborda mis versos sin rima,

mi mundo sueña tu sol,

mi canto se guía bajo la ruta de tu voz,

mi tiempo navega hacía tu mar,

mis pensamientos buscan los tuyos,

mis huellas se dejan llevar por el viento de tus molinos

y el silencio se transforma en mariposa.

Contigo,

las calles se hacen primavera,

las regiones etéreas de mi pasado

se llenan de eucaliptos,

la libertad, pócima misteriosa,

se torna eco vibrando mis ganas,

mis manos se desvisten en risas,

mi aliento cobra fortaleza.

Contigo,

todo mi ser cobra más vida.

El día en que voy a partir

Todo forma algún sentido, el partir no debe ser un infinito imperturbable, buscar la felicidad permanente, cuesta un valor de los misterios que no cuentan, partir es sostener el viento en las manos, es saciarse de perfume de fantasía, es seguir bajo el cielo permanente de los días, es arriesgarse, para luego volver y seguir con la eternidad que nos abriga y nos ama.  Silvio Rodríguez Dominguez “El día en que voy a partir”, Canción con emoción sentida, un cuadro de despida y llegada.

Amor en tiempo lejos

Podrás caminar sobre mis noches? 

Podrás no intentar el suicidio de un deseo en mí ausencia?

Podrás recordar las añoranzas que te he contado?

Sigo ingenuo de las nostalgias que te persiguen,

Podrás seguir habitando en mí a pesar de la distancia?

Necesito palpar tu voz,

detenerme de pronto en los arpegios de tu presencia,

Podrás perdurar el aroma de mi piel sobre la tuya?

Este amor de quimera nunca te olvida,

eres mi felicidad, mi paz, eres melodía en mis letras,

Podrás acordarte de mis infinitos nombres, de mis múltiples edades?

Nuestros peldaños inventados por el tiempo dejan de serlo,

el tiempo disuelve lo superfluo y conserva lo esencial,

Podrás entonces, a la larga, ser un montón de sonrisas

que se funden en el aire y llegan a mi como un suspiro fresco? 

Mantente en este instante donde tu mano,

sin afán,

descansa sobre la mía,

pídeme sin pudor, uno de esos besos,

que te llevan a vivir en mi mirada,

Podrás vagar por siempre en mi universo?,

ser mi sol en los días de frío?

Déjame descubrir en ti,

esa joya infinita que podría ser Dios.

Ser el cómplice de tus sueños,

la claridad de los olvidos,

las sendas que recorro contigo siendo un ángel.

Podrás ser ese espacio cercano de la profundidad de mi espíritu?

El aroma del eucalipto, la eternidad del paisaje,

el cielo, los tejados, la aurora, el rocío cayendo,

volar contigo despertó mis sentidos,

lo cotidiano dejo de serlo,

me condeno desmesuradamente feliz hasta conmigo mismo,

pero…

podrás por siempre amarme, sin importar que no este cerca?

Estas aquí

Estas aquí,

tu sombra no me abandona,

estas mejor que todas tus imágenes,

mejor que las gotas de lluvia de esperanza,

mejor que el sabor de los suspiros,

estas hasta con el duende del latido de tu corazón,

sos magia en mí vida,

estas aquí linda, libre y mía,

estas aquí como oronda habitante de mis adentros. 

Estas aquí sentada cerca al piano, que no ha perdido la voz,

a pesar de la conspiración de mis deseos,

estas aquí con tus ángeles luminosos,

jubilosos, incesantes,

miras la ventana y sobran las razones

para que mi alma deje resbalar

un puñado de promesas para siempre.

Estas con todos los motivos

para habitar esta alma gemela,

aleteas en este espacio,

la naturaleza de tu música acaricia el rocío de mis secretos.

Estas aquí,

enciendo la chimenea

y un enjambre de amor

se desvanece galopando en nuestros cuerpos.

 

Poema 18 Pablo Neruda

Neftalí Ricardo Reyes Basoalto, (Pablo Neruda), poeta, pedagogo, dramaturgo, político, exiliado, soñador incansable de las esperanzas de su pueblo, amante del campo, de la poesía tranquila, reposada, revolucionaría e indolente…

Aquí te amo, desde este faro apartado en el horizonte, te amo desde los muelles, desde las costas, ven aquí y ancla tu barco hasta que el mar ya no exista. 

 

Cómplices

Si de pronto estas dormida

y un sueño brinca en tu almohada

y son las tres menos un cuarto

y una brisa acogedora te ata y desata 

y sientes olor a menta y aún así no te sientes sola,

si miras las paredes vacías,

las sombras que recobra la noche

y sientes la humedad del suelo

y el claro del día todavía no asoma

y tu respiración se torna suave

y llega intempestiva una mezcla de reminiscencias

y un eco interno me evoca,

sabrás que sigo allí,

donde tu naturaleza me ansía;

quisiera creer que es en tus ojos,

los mismos que me dejan ver en ellos y son puerta de tu alma,

podría ser en tu sonrisa, lánguida, suave y refinada,

tal vez en tus labios rojos, adicción de los míos,

esos que sin ti me besan

o en tu cabello de niña, dócil, libre, sutil,

o quizás en tus mejillas; huellas de mis dedos,

refugio de fragancias, sortilegio de ti misma,

quisiera creer que es en todos lados,

que soñaras más horas,

que seré Ícaro cayendo hasta tu hambre,

surgiendo eternamente, suspendido,

como te encontré en ese puerto silencioso,

esa tarde de jueves, de viento, de cielo,

de flores perfumadas y bosques con estrellas,

esa tarde desbordante que llegue a tiempo

para ser desde ese instante y hasta siempre

tu cómplice.

Algo Contigo

Estas aquí, silenciosa, enigmática.

Emerges desde la ausencia;

eres como el primer respiro de la mañana,

llegas sin fecha, ni destino.

Yo te observo, no digo tu nombre…  No importa,

Como no importa saber cuáles han sido las calles,

las noches, los campos, los olvidos, 

los llantos, los abismos donde has cruzado; 

Ahora estas aquí, yo estoy aquí, la aurora nos acompaña,

nada más importa,

no somos los de ayer, somos los de hace muchas lunas,

limpios, puros, absolutos, sin vanidad,

te miro, me miras, nos indagamos,

suelto de mi boca 8 palabras:

invádeme, ansíame, irrúmpeme, viérteme, asáltame, codíciame, embísteme, deséame,

no quiero decir más, para decir con todas ámame,

tú me miras, tus pupilas se humedecen,

tus labios se secan y dejas salir, al fin, un

“Déjame existir en ti”…

una frase que agita todo,

ahora te palpo, me palpas, nos desnudamos sin dejarnos de mirar.

Vamos juntos, dejemos nuestro espíritu llenarse de ternura,

rompamos estos nudos, corramos hasta el límite,

navega en mis montañas, mis valles y mesetas,

déjame sumergir en tus lagunas, en tus islas,

en tus playas que me aguardan;

en seguida vete, que para amarnos hasta el alma, un solo día basta.

Pero si luego sientes que deseas seguir viéndote en mis ojos,

con afecto implacable;

Sí en cada segundo tus brazos buscan mi abrigo

 y tu cuerpo mis caricias,

y además un cosquilleo revolotea en tu estómago

ay mujer mía, amor mío, vida mía,

mis sentidos se abrirán a los tuyos

y este muro de mi amor se caerá al fin,

desgarrará mi pecho,

dejará el viento una sinfonía,

sus pedazos serán solo sombra

y mis manos jamás podrán soltar las tuyas.

 

Judith

 

Judith, una exclamación, una memoria, una despedida, un elogio, una ansiedad de tener y sentir , un consejo de vida “Cuida bien tus estrellas”, Silvio Rodríguez, de nuevo con su lenguaje, su poesía, su cuento inevitablemente adictivo. 

 

 

 

 

Memorias

De nuevo retomo mis memorias,

las tuyas, las mías, las que construimos,

las que saben a los dos,

están llenas de antigüedades, de reliquias,

de inundantes palabras que dibujan los recuerdos

tienen algunos besos, esos que no te di y que no me diste

cuando estábamos distantes. 

Las palmas de mis manos delinean la silueta de tu espalda

Sos testiga de las lágrimas de mi soledad,

de las sonrisas de tu presencia, de las tardes caminantes,

del erotismo de mis ojos en tu contorno 

y del trayecto de los tuyos de sur a norte en mi cuerpo;

hoy me lleno de memorias,

de momentos nobles y rebeldes,

pacientes y pasionales, absurdos y congruentes,

conscientes e inconcientes, de madrugadas fugaces,

del temblor de mi voz, cuando te tigo un te amo… 

Te he amado… Te amo…

desde la luz de tus ojos,

desde el sudor de tus labios,

desde el gusto de tu nariz,

desde tu frente pulcra,

desde tus senos que son medida de mis manos,

desde tus pies que dejaron huella en mi destino,

desde tus manos que siguen construyendo.

Hoy mis memorias te aman,

te aman hasta el impacto de tu palabra,

de tu presencia,

de tu ser hija,

de tu ser mujer,

de tu ser Colombiana.

No importan los calendarios que han pasado

o los que vienen,

mis memorias siguen vigentes

en cada escondite de mi mente,

están libres de culpas, de pecados,

de celos, de verdugos, de ironías, de vergüenzas,

se envuelven en seducción que no siente el tiempo,

danzan, se humedecen, se impregnan, se aman,

están a la espera de nuevos momentos,

los que no se olvidan, los que generan sed de revivir,

esos mismos que te han hecho sentir más mía que nunca

y me hacen sentir más tuyo que siempre.

 

 

Polo a Tierra

Viniste

como cascada cayendo por ladera

rodeada de montaña,

con golpes paso a paso,

te miro, te sonrío,

te cuento historias,

sollozas de repente

y compartes tus angustias

tu entrecortada mirada se llena de lágrimas

y tu rostro se fija en mis pupilas;

me conjuras,

mis manos te buscan,

siento tu fragancia que atrae mi destino…

te beso dulcemente

mi corazón ahora te reclama

para saciar tus sentidos

para esclavizarlos con ternura

seré yo quien perfume girasoles

para  iluminar las horas de tu vida,

seré quien camine contigo las alegrías,

los secretos, las nostalgias,

nuestro pasado,

las horas de mi vida y los recuerdos

que desde ahora construimos, 

tu, yo, el mar y la mañana,

seré el mismo que cada instante cultive el lenguaje

de las estaciones más hermosas,

de la brisa fresca,

seré yo, hoy y por siempre tu polo a tierra.

Táctica y Estrategia

Mi táctica es aprender de ti, quedarme en ti, besarte a ti, dormirme en ti, esperar en ti, creer en ti, soñar junto a ti, caminar contigo, dejar para siempre mi semblante en tus ojos, mi estrategia sigue siendo simple; mi estrategia es que algún día todo tu ser tenga sed de mí.

Mario Orlando Hamlet Hardy Brenno Benedetti Farugia, Uruguayo, capaz de colocar en letras lo que los sentidos capturan. Lector de vidas, de sensibilidades, de tragedias y de lenguajes.

Ella en UCI

 

De nuevo un atardecer, libre de perjuicios  

de paredes blancas, de sonidos de supervivencia,

me fui a sentar cerca de allí

a acariciar sus manos con mis dedos de piel dormida,

los tubos besaban sus piernas y sus brazos,

una grieta abierta de dolores, amnesia y olvido

desde su aspiración hasta la expiración del mundo.

Sentado veía pasar el tiempo

me alimente de ganas

regando mi cabeza de recuerdos,

de rezos de niño;

es que su ángel de la guarda tomo un descanso,

siento de pronto ser un saco de palabras vacías que acompañan.

Ella tiene los ojos que abrigan,

los labios llenos de besos de ternura,

su olor es de cielo,

tiene las manos con mil y un historias

que tejen esperanza y anhelos,

sus cabellos vuelan al oriente

en occidente no son necesarios, no hasta que cure… 

su piel es como una nube con  promesas,

mis ojos se hunden en su ser diciendo: espera….   

En cámara lenta aprietas mí mano y sonrío,

un soplo de vida compartido

todo transcurre tan lentamente

que me dejo transformar hasta los átomos…

quedo mudo esperando que vuelvas a correr conmigo.

Llueve

Llueve,

copos de granizo se deslizan por la avenida 

son melodía en clave de Fa 

inspirantes, sueltos, libres,  se parecen a vos 

cuando destellas suspiros de alivio y calor, 

un cielo gris con miles y miles de gotas 

que empañan la tarde, pero no la opacan

observo en la espera de los últimos centímetros de líquido

ese mismo que enciende la vida y la propaga 

como los sueños que desnudan la verdad apresurada.

Llueve y el camino solo muestra puntos suspensivos,  

me contagio de nubes, de rocío, de miradas,

de brisa fresca, de niebla de montaña, 

el viento bajo mis manos hace que me eleve

y me deje ver más allá de mi apariencia, 

el aire penetra mis pulmones, mi sangre, mi cerebro, 

exhalo la espera y la nostalgia de no verte. 

Un frágil susurro desde el cielo, 

una gota impregnándose en mi alma,

la huella de una caricia húmeda en mí cara 

la fragancia de las flores y las aves aún no salen 

a derramar en el mundo trozos de alegría,

los que nos hacen vulnerables y nos dejan en un lánguido silencio.

Llueve y vos aún no llegas…

Letra en la Piel

Una canción sencilla y sentida, tal vez busque ir más allá de los sentidos, quizás sea una proyección de fantasías, de anhelos, tal vez y solo tal vez sacie ausencias. Regala una esencia, un sabor lentamente inocente. Varias paradojas alrededor de una letra de canción que se va, pero “ella” sigue estando allí.  Silvio Rodríguez con su letra clásica, poética y de cuento.

Contigo en la mañana

amanecerc.jpg 

Despierto,

encuentro una mañana sin prisa,  

te miro, te toco, te siento, pero no te hablo;

no miento si digo que sin hablarte te grito un te Amo;

mis ojos te persiguen, te acercan, mis lágrimas me delatan

esas que no envejecen por tu causa,

Dios atestigua el momento y sigo sin prisa  

disfrutando esta felicidad,  esa paz sobre estas sabanas  

que reparten eco de luz por la persiana.

Estas tibia y sonrío en el silencio,

no necesito que me mires, ni me protejas del frío,  

solo déjame ser parte de voz,

no te sueltes de este abrazo

no dejes salir el sol sin que mi alma tiemble con la tuya,

deja que mis brazos se enreden en tu aliento, 

y se embriaguen con tu aroma,  

no dejes que esta melodía acabe,  

disfruta esta historia que se teje en esta radiante mañana sin prisa.

Introducción al Blog con Neruda…

pablo.jpg

Discurso pronunciado con ocasión de la entrega del Premio Nobel de Literatura (1971)

Mi discurso será una larga travesía, un viaje mío por regiones, lejanas y antípodas, no por eso menos semejantes al paisaje y a las soledades del norte. Hablo del extremo sur de mi país. Tanto y tanto nos alejamos los chilenos hasta tocar con nuestros limites el Polo Sur, que nos parecemos a la geografía de Suecia, que roza con su cabeza el norte nevado del planeta.

Por allí, por aquellas extensiones de mi patria adonde me condujeron acontecimientos ya olvidados en sí mismos, hay que atravesar, tuve que atravesar los Andes buscando la frontera de mi país con Argentina. Grandes bosques cubren como un túnel las regiones inaccesibles y como nuestro camino era oculto y vedado, aceptábamos tan sólo los signos más débiles de la orientación. No había huellas, no existían senderos y con mis cuatro compañeros a caballo buscábamos en ondulante cabalgata -eliminando los obstáculos de poderosos árboles, imposibles ríos, roqueríos inmensos, desoladas nieves, adivinando mas bien el derrotero de mi propia libertad. Los que me acompañaban conocían la orientación, la posibilidad entre los grandes follajes, pero para saberse más seguros montados en sus caballos marcaban de un machetazo aquí y allá las cortezas de los grandes árboles dejando huellas que los guiarían en el regreso, cuando me dejaran solo con mi destino. Cada uno avanzaba embargado en aquella soledad sin márgenes, en aquel silencio verde y blanco, los árboles, las grandes enredaderas, el humus depositado por centenares de años, los troncos semi-derribados que de pronto eran una barrera más en nuestra marcha. Todo era a la vez una naturaleza deslumbradora y secreta y a la vez una creciente amenaza de frío, nieve, persecución. Todo se mezclaba: la soledad, el peligro, el silencio y la urgencia de mi misión. A veces seguíamos una huella delgadísima, dejada quizás por contrabandistas o delincuentes comunes fugitivos, e ignorábamos si muchos de ellos habían perecido, sorprendidos de repente por las glaciales manos del invierno, por las tormentas tremendas de nieve que, cuando en los Andes se descargan, envuelven al viajero, lo hunden bajo siete pisos de blancura.

A cada lado de la huella contemplé, en aquella salvaje desolación, algo como una construcción humana. Eran trozos de ramas acumulados que habían soportado muchos inviernos, vegetal ofrenda de centenares de viajeros, altos cúmulos de madera para recordar a los caídos, para hacer pensar en los que no pudieron seguir y quedaron allí para siempre debajo de las nieves. También mis compañeros cortaron con sus machetes las ramas que nos tocaban las cabezas y que descendían sobre nosotros desde la altura de las coníferas inmensas, desde los robles cuyo último follaje palpitaba antes de las tempestades del invierno. Y también yo fui dejando en cada túmulo un recuerdo, una tarjeta de madera, una rama cortada del bosque para adornar las tumbas de uno y otro de los viajeros desconocidos.

Teníamos que cruzar un río. Esas pequeñas vertientes nacidas en las cumbres de los Andes se precipitan, descargan su fuerza vertiginosa y atropelladora, se tornan en cascadas, rompen tierras y rocas con la energía y la velocidad que trajeron de las alturas insignes: pero esa vez encontramos un remanso, un gran espejo de agua, un vado. Los caballos entraron, perdieron pie y nadaron hacia la otra ribera. Pronto mi caballo fue sobrepasado casi totalmente por las aguas, yo comencé a mecerme sin sostén, mis pies se afanaban al garete mientras la bestia pugnaba por mantener la cabeza al aire libre. Así cruzamos. Y apenas llegados a la otra orilla, los baqueanos, los campesinos que me acompañaban me preguntaron con cierta sonrisa:

    ¿Tuvo mucho miedo?

    Mucho. Creí que había llegado mi última hora, dije.

Íbamos detrás de usted con el lazo en la mano me respondieron. -Ahí mismo –agregó uno de ellos– cayó mi padre y lo arrastró la corriente. No iba a pasar lo mismo con usted. Seguimos hasta entrar en un túnel natural que tal vez abrió en las rocas imponentes un caudaloso río perdido, o un estremecimiento del planeta que dispuso en las alturas aquella obra, aquel canal rupestre de piedra socavada, de granito, en el cual penetramos. A los pocos pasos las cabalgaduras resbalaban, trataban de afincarse en los desniveles de piedra, se doblegaban sus patas, estallaban chispas en las herraduras: más de una vez me vi arrojado del caballo y tendido sobre las rocas. La cabalgadura sangraba de narices y patas, pero proseguimos empecinados el vasto, el espléndido, el difícil camino.

Algo nos esperaba en medio de aquella selva salvaje. Súbitamente, como singular visión, llegamos a una pequeña y esmerada pradera acurrucada en el regazo de las montañas: agua clara, prado verde, flores silvestres, rumor de rios y el cielo azul arriba, generosa luz ininterrumpida por ningún follaje.

Allí nos detuvimos como dentro de un círculo mágico, como huéspedes de un recinto sagrado: y mayor condición de sagrada tuvo aun la ceremonia en la que participé. Los vaqueros bajaron de sus cabalgaduras. En el centro del recinto estaba colocada, como en un rito, una calavera de buey. Mis compañeros se acercaron silenciosamente, uno por uno, para dejar unas monedas y algunos alimentos en los agujeros de hueso. Me uní a ellos en aquella ofrenda destinada a toscos Ulises extraviados, a fugitivos de todas las raleas que encontrarían pan y auxilio en las órbitas del toro muerto. Pero no se detuvo en este punto la inolvidable ceremonia. Mis rústicos amigos se despojaron de sus sombreros e iniciaron una extraña danza, saltando sobre un solo pie alrededor de la calavera abandonada, repasando la huella circular dejada por tantos bailes de otros que por allí cruzaron antes. Comprendí entonces de una manera imprecisa, al lado de mis impenetrables compañeros, que existía una comunicación de desconocido a desconocido, que había una solicitud, una petición y una respuesta aún en las más lejanas y apartadas soledades de este mundo.

Más lejos, ya a punto de cruzar las fronteras que me alejarían por muchos años de mi patria, llegamos de noche a las últimas gargantas de las montañas. Vimos de pronto una luz encendida que era indicio cierto de habitación humana y, al acercarnos, hallamos unas desvencijadas construcciones, unos destartalados galpones al parecer vacíos. Entramos a uno de ellos y vimos, al calor de la lumbre, grandes troncos encendidos en el centro de la habitación, cuerpos de árboles gigantes que allí ardían de día y de noche y que dejaban escapar por las hendiduras del techo ml humo que vagaba en medio de las tinieblas como un profundo velo azul. Vimos montones de quesos acumulados por quienes los cuajaron a aquellas alturas. Cerca del fuego, agrupados como sacos, yacían algunos hombres. Distinguimos en el silencio las cuerdas de una guitarra y las palabras de una canción que, naciendo de las brasas y la oscuridad, nos traía la primera voz humana que habíamos topado en el camino. Era una canción de amor y de distancia, un lamento de amor y de nostalgia dirigido hacia la primavera lejana, hacia las ciudades de donde veníamos, hacia la infinita extensión de la vida.

Ellos ignoraban quienes éramos, ellos nada sabían del fugitivo, ellos no conocían mi poesía ni mi nombre. O lo conocían, nos conocían? El hecho real fue que junto a aquel fuego cantamos y comimos, y luego caminamos dentro de la oscuridad hacia unos cuartos elementales. A través de ellos pasaba una corriente termal, agua volcánica donde nos sumergimos, calor que se desprendía de las cordilleras y nos acogió en su seno.

Chapoteamos gozosos, cavándonos, limpiándonos el peso de la inmensa cabalgata. Nos sentimos frescos, renacidos, bautizados, cuando al amanecer emprendimos los últimos kilómetros de jornadas que me separarían de aquel eclipse de mi patria. Nos alejamos cantando sobre nuestras cabalgaduras, plenos de un aire nuevo, de un aliento que nos empujaba al gran camino del mundo que me estaba esperando. Cuando quisimos dar (lo recuerdo vivamente) a los montañeses algunas monedas de recompensa por las canciones, por los alimentos, por las aguas termales, por el techo y los lechos, vale decir, por el inesperado amparo que nos salió al encuentro, ellos rechazaron nuestro ofrecimiento sin un ademán. Nos habían servido y nada más. Y en ese «nada más» en ese silencioso nada más había muchas cosas subentendidas, tal vez el reconocimiento, tal vez los mismos sueños.

    Señoras y Señores:

Yo no aprendí en los libros ninguna receta para la composición de un poema: y no dejaré impreso a mi vez ni siquiera un consejo, modo o estilo para que los nuevos poetas reciban de mí alguna gota de supuesta sabiduría. Si he narrado en este discurso ciertos sucesos del pasado, si he revivido un nunca olvidado relato en esta ocasión y en este sitio tan diferentes a lo acontecido, es porque en el curso de mi vida he encontrado siempre en alguna parte la aseveración necesaria, la fórmula que me aguardaba, no para endurecerse en mis palabras sino para explicarme a mí mismo.

En aquella larga jornada encontré las dosis necesarias a la formación del poema. Allí me fueron dadas las aportaciones de la tierra y del alma. Y pienso que la poesía es una acción pasajera o solemne en que entran por parejas medidas la soledad y la solidaridad, el sentimiento y la acción, la intimidad de uno mismo, la intimidad del hombre y la secreta revelación de la naturaleza. Y pienso con no menor fe que todo esta sostenido -el hombre y su sombra, el hombre y su actitud, el hombre y su poesia en una comunidad cada vez más extensa, en un ejercicio que integrará para siempre en nosotros la realidad y los sueños, porque de tal manera los une y los confunde. Y digo de igual modo que no sé, después de tantos años, si aquellas lecciones que recibí al cruzar un vertiginoso río, al bailar alrededor del cráneo de una vaca, al bañar mi piel en el agua purificadora de las más altas regiones, digo que no sé si aquello salía de mí mismo para comunicarse después con muchos otros seres, o era el mensaje que los demás hombres me enviaban como exigencia o emplazamiento. No sé si aquello lo viví o lo escribí, no sé si fueron verdad o poesía, transición o eternidad los versos que experimenté en aquel momento, las experiencias que canté más tarde.

De todo ello, amigos, surge una enseñanza que el poeta debe aprender de los demás hombres. No hay soledad inexpugnable. Todos los caminos llevan al mismo punto: a la comunicación de lo que somos. Y es preciso atravesar la soledad y la aspereza, la incomunicación y el silencio para llegar al recinto mágico en que podemos danzar torpemente o cantar con melancolía; mas en esa danza o en esa canción están consumados los más antiguos ritos de la conciencia: de la conciencia de ser hombres y de creer en un destino común.

En verdad, si bien alguna o mucha gente me consideró un sectario, sin posible participación en la mesa común de la amistad y de la responsabilidad, no quiero justificarme, no creo que las acusaciones ni las justificaciones tengan cabida entre los deberes del poeta. Después de todo, ningún poeta administró la poesía, y si alguno de ellos se detuvo a acusar a sus semejantes, o si otro pensó que podría gastarse la vida defendiéndose de recriminaciones razonables o absurdas, mi convicción es que sólo la vanidad es capaz de desviarnos hasta tales extremos. Digo que los enemigos de la poesía no están entre quienes la profesan o resguardan, sino en la falta de concordancia del poeta. De ahí que ningún poeta tenga más enemigo esencial que su propia incapacidad para entenderse con los más ignorados y explotados de sus contemporáneos; y esto rige para todas las épocas y para todas las tierras.

El poeta no es un «pequeño dios». No, no es un «pequeño dios». No está signado por un destino cabalístico superior al de quienes ejercen otros menesteres y oficios. A menudo expresé que el mejor poeta es el hombre que nos entrega el pan de cada día: el panadero más próximo, que no se cree dios. Él cumple su majestuosa y humilde faena de amasar, meter al horno, dorar y entregar el pan de cada día, con una obligación comunitaria. Y si el poeta llega a alcanzar esa sencilla conciencia, podrá también la sencilla conciencia convertirse en parte de una colosal artesanía, de una construcción simple o complicada, que es la construcción de la sociedad, la transformación de las condiciones que rodean al hombre, la entrega de la mercadería: pan, verdad, vino, sueños. Si el poeta se incorpora a esa nunca gastada lucha por consignar cada uno en manos de los otros su ración de compromiso, su dedicación y su ternura al trabajo común de cada día y de todos los hombres, el poeta tomará parte en el sudor, en el pan, en el vino, en el sueño de la humanidad entera. Sólo por ese camino inalienable de ser hombres comunes llegaremos a restituirle a la poesía el anchuroso espacio que le van recortando en cada época, que le vamos recortando en cada época nosotros mismos.

Los errores que me llevaron a una relativa verdad, y las verdades que repetidas veces me condujeron al error, unos y otras no me permitieron -ni yo lo pretendí nunca- orientar, dirigir, enseñar lo que se llama el proceso creador, los vericuetos de la literatura. Pero sí me di cuenta de una cosa: de que nosotros mismos vamos creando los fantasmas de nuestra propia mitificacion. De la argamasa de lo que hacemos, o queremos hacer, surgen más tarde los impedimentos de nuestro propio y futuro desarrollo. Nos vemos indefectiblemente conducidos a la realidad y al realismo, es decir, a tomar una conciencia directa de lo que nos rodea y de los caminos de la transformación, y luego comprendemos, cuando parece tarde, que hemos construido una limitación tan exagerada que matamos lo vivo en vez de conducir la vida a desenvolverse y florecer. Nos imponemos un realismo que posteriormente nos resulta más pesado que el ladrillo de las construcciones, sin que por ello hayamos erigido el edificio que contemplábamos como parte integral de nuestro deber. Y en sentido contrario, si alcanzamos a crear el fetiche de lo incomprensible (o de lo comprensible para unos pocos), el fetiche de lo selecto y de lo secreto, si suprimimos la realidad y sus degeneraciones realistas, nos veremos de pronto rodeados de un terreno imposible, de un tembladeral de hojas, de barro, de libros, en que se hunden nuestros pies y nos ahoga una incomunicación opresiva.

En cuanto a nosotros en particular, escritores de la vasta extensión americana, escuchamos sin tregua el llamado para llenar ese espacio enorme con seres de carne y hueso. Somos conscientes de nuestra obligación de pobladores y -al mismo tiempo que nos resulta esencial el deber de una comunicación critica en un mundo deshabitado y, no por deshabitado menos lleno de injusticias, castigos y dolores, sentimos también el compromiso de recobrar los antiguos sueños que duermen en las estatuas de piedra, en los antiguos monumentos destruidos, en los anchos silencios de pampas planetarias, de selvas espesas, de ríos que cantan como sueños. Necesitamos colmar de palabras los confines de un continente mudo y nos embriaga esta tarea de fabular y de nombrar. Tal vez ésa sea la razón determinante de mi humilde caso individual: y en esa circunstancia mis excesos, o mi abundancia, o mi retórica, no vendrían a ser sino actos, los más simples, del menester americano de cada día. Cada uno de mis versos quiso instalarse como un objeto palpable: cada uno de mis poemas pretendió ser un instrumento útil de trabajo: cada uno de mis cantos aspiró a servir en el espacio como signos de reunión donde se cruzaron los caminos, o como fragmento de piedra o de madera con que alguien, otros que vendrán, pudieran depositar los nuevos signos.

Extendiendo estos deberes del poeta, en la verdad o en el error, hasta sus últimas consecuencias, decidí que mi actitud dentro de la sociedad y ante la vida debía ser también humildemente partidaria. Lo decidí viendo gloriosos fracasos, solitarias victorias, derrotas deslumbrantes. Comprendí, metido en el escenario de las luchas de América, que mi misión humana no era otra sino agregarme a la extensa fuerza del pueblo organizado, agregarme con sangre y alma, con pasión y esperanza, porque sólo de esa henchida torrentera pueden nacer los cambios necesarios a los escritores y a los pueblos. Y aunque mi posición levantara o levante objeciones amargas o amables, lo cierto es que no hallo otro camino para el escritor de nuestros anchos y crueles países, si queremos que florezca la oscuridad, si pretendemos que los millones de hombres que aún no han aprendido a leernos ni a leer, que todavía no saben escribir ni escribirnos, se establezcan en el terreno de la dignidad sin la cual no es posible ser hombres integrales.

    Heredamos la vida lacerada de los pueblos que arrastran un castigo de siglos, pueblos los más edénicos, los más puros, los que construyeron con piedras y metales torres milagrosas, alhajas de fulgor deslumbrante: pueblos que de pronto fueron arrasados y enmudecidos por las épocas terribles del colonialismo que aún existe.

    Nuestras estrellas primordiales son la lucha y la esperanza. Pero no hay lucha ni esperanza solitarias. En todo hombre se juntan las épocas remotas, la inercia, los errores, las pasiones, las urgencias de nuestro tiempo, la velocidad de la historia. Pero, qué sería de mí si yo, por ejemplo, hubiera contribuido en cualquiera forma al pasado feudal del gran continente americano? Cómo podría yo levantar la frente, iluminada por el honor que Suecia me ha otorgado, si no me sintiera orgulloso de haber tomado una mínima parte en la transformación actual de mi país? Hay que mirar el mapa de América, enfrentarse a la grandiosa diversidad, a la generosidad cósmica del espacio que nos rodea, para entender que muchos escritores se niegan a compartir el pasado de oprobio y de saqueo que oscuros dioses destinaron a los pueblos americanos.

    Yo escogí el difícil camino de una responsabilidad compartida y, antes de reiterar la adoración hacia el individuo como sol central del sistema, preferí entregar con humildad mi servicio a un considerable ejército que a trechos puede equivocarse, pero que camina sin descanso y avanza cada día enfrentándose tanto a los anacrónicos recalcitrantes como a los infatuados impacientes. Porque creo que mis deberes de poeta no sólo me indicaban la fraternidad con la rosa y la simetría, con el exaltado amor y con la nostalgia infinita, sino también con las ásperas tareas humanas que incorporé a mi poesía.

    Hace hoy cien años exactos, un pobre y espléndido poeta, el más atroz de los desesperados, escribió esta profecía: A l’aurore, armés d’une ardente patience, nous entrerons aux splendides Villes. (Al amanecer, armados de una ardiente paciencia entraremos en las espléndidas ciudades.)

    Yo creo en esa profecía de Rimbaud, el vidente. Yo vengo de una oscura provincia, de un país separado de todos los otros por la tajante geografía. Fui el más abandonado de los poetas y mi poesía fue regional, dolorosa y lluviosa. Pero tuve siempre confianza en el hombre. No perdí jamás la esperanza. Por eso tal vez he llegado hasta aquí con mi poesía, y también con mi bandera.

    En conclusión, debo decir a los hombres de buena voluntad, a los trabajadores, a los poetas, que el entero porvenir fue expresado en esa frase de Rimbaud: solo con una ardiente paciencia conquistaremos la espléndida ciudad que dará luz, justicia y dignidad a todos los hombres.

    Así la poesía no habrá cantado en vano.